lunes, 3 de diciembre de 2012

Morir congelado

Y lo digo sin aversión, en serio. Ya estoy reconciliada con la idea de que los próximos días van a ser poco más que de casa a clase, de clase a café caliente en biblioteca y de biblioteca a casa con sopitas o palinka para entrar en calor. Ayer incluso hasta cayeron los primeros copitos de nieve, todo muy tierno (la imagen de los copos, pequeños y delicados, volando por encima del sex-shop que tengo enfrente fue terriblemente dulce). Hoy, de hecho, he salido de casa (aparte de para ir a clase) para dar una vuelta y dejar que mi sensible cuerpecito se acostumbre al frío antes de que el shock me hielen los lagrimales y ya no pueda llorar en lo que queda de invierno.

Lo bueno que tiene es que así me motivo para quedarme en casa y estudMPFFFF JAJAJAJAJAJAJA no me lo creo ni yo. Lo intento, en serio, cojo las hojas de apuntes e intento sumirme en un estado de concentración oriental, pero no puedo: los personajes no me gustan y ya sé cómo acaba la historia. Todos sabemos que soy como un niño de siete años, si no hay premio no me esfuerzo. Y aquí, como el premio no sea comida... Oh, Dios, me he dado una idea. Me voy a poner como una bola, ¡maldición!



Desvaríos aparte, diré que los phrasal verbs, la Generación del 98 y las cochinadas erótico-modernistas de Valle-Inclán no son grandes instrumentos motivacionales. Lo que sí que me gusta bastante es el tema de la clase que voy a dar el día 11 (sí, el mismo día que tengo un examen escrito y otro oral de Literatura del siglo XX y dos días antes de examinarme de Language Practice, ese día) sobre Lorca. Ese hombre tenía una mirada penetrante, postura de seductor y las ideas claras (salvo por la imagen que da de Nueva York, que parece la visión distorsionada de un pesimista borracho). Lástima que fuera gay y que esté muerto, la verdad...

¿Qué más, qué más? Ya está aquí el mercado de Navidad, sitio maravilloso donde se bebe vino caliente hasta que te has emborrachado sin darte cuenta y se hacen flash-mobs de Gangam Style. Y donde te dan tantos dulces por todas partes que una acaba aislándose del frío gracias a una capa de grasa digna de un manatí en vez de gracias a un abrigo. Claro, es por el frío (el que no se consuela es porque no quiere).



Más cosas buenas del frío: que acabaré de leerme Atonement, el libro más deprimente jamás escrito por un ser humano que no haya sido emo. Por si os interesa, que no creo, os diré que habla de la historia de Briony y cómo una mentira suya condena para siempre a su hermana y el casi novio de esta. De momento no ha habido sexo ni cochinadas, pero cuando las haya os lo digo, por si eso os anima a leerlo (no me dejéis llorar sola).

Y ya está, creo que es una buena crónica por ahora. Quiero decir, dejando a un lado a los tipos locos y guapos que te asaltan en mitad del mercado bailando delante de ti, a los ancianos borrachos que te llaman italiana en el tram, a las múltiples versiones húngaras de las chonis que puedes encontrar potando en las paradas de tram los fines de semana por la noche o a los que se te acercan delante del Burger King diciéndote que van a asesinar una monja (o pidiéndote un cigarrillo, ¡yo qué sé! ¡Si no hablo húngaro!). Ahí dejo esto que es más que nada y menos que algo. Que no se diga que no actualizo.

Paz y amor y no olvdéis de hacer vuestras donaciones navideñas al Círculo de los Guerreros Místicos de Ka'Ha o estas fiestas tampoco comerán caliente ;)

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