miércoles, 7 de noviembre de 2012

Viena

HiHello everybody!

Viena no está mal. No pudimos comer Schnitzel, aunque la mañana que nos marchamos nos salían hasta de debajo de las piedras, pero por lo demás, estuvo apañado el viaje. 3 horitas de tren con las Ms, que resultó que iban en la misma dirección, y un hostel con pianista amateur que ganó todo el sex-appeal del mundo tan pronto como puso las manos sobre las teclas compusieron una agradable bienvenida.

Un frío que pelaba, claro, para no perder costumbre (que luego volvemos a Budapest mal acostumbrados, ¡gracias al Cielo que no hubo peligro...!), pero una sólo tiene que vestirse por capas, como los ogros (o las cebollas o las tartas, que según dicen los asnos, gustan más a la gente -si no pilláis esta referencia cuasi bíblica, dejad de leer mi mierdi post e id de cabeza a ver Shrek, que obviamente os hace falta-). Al menos hubo suerte y no llovió ni nevó ni gaitas similares capaces de entorpecer un viaje.

Viena está llena de estatuas. Esto está bien si te gustan esas cosas tan macabras, pero si te has visto las 6 temporadas completas del nuevo Doctor Who y la parte disponible de la 7 que hay hasta ahora, creo que comprenderéis por qué yo tenía los pelos como escarpias. ¡Putos angelitos del demonio! Era imposible mantener un ojo sobre cada figura alrededor, fue un milagro salir vivos de ese infierno (observar figura adjunta):


Hay mucha historia en sus piedras, como buena capital europea imperialista, aunque también tiene mucho de postal; carece del carácter y el encanto de Budapest, Berlín u Oviedo (así, publicidad subliminal sin que se note: venid a visitaaaaaaarnos -sutil, ¿eh?-), todo parece calculado para que los turistas podamos hacernos bonitas y precocinadas fotos con las que recordar "eh, mira, estuvimos en Viena" y ya. Puede que sea cosa mía, el caso es que a mí esta ciudad no me dijo nada.

Por supuesto, era una parada obligatoria. Sería un pecado estar a 3 horitas en tren y no ir, es como si me saltase un viaje de primerizos, y no me arrepiento de haber ido (porque el hombre del piano... y la pizza...), eso que conste. Además, ha servido para descubrirme facetas de mí misma que ignoraba, como el hecho de que soy capaz de perderme incluso teniendo un mapa (y, lo que es peor, arrastrar a compañeros inocentes en el proceso), que no he olvidado del todo mi oxidado alemán (puedo pedir unafoto, preguntar el precio, hablar con alemanes guapos y camareros de hostel, y dar las gracias; para llevar 3 años sin tocarlo, no está mal del todo) y que NUNCA es demasiada comida en un sólo día (estoy desarrollando nuevos estómagos, pienso tener 4 como las vacas para final de año).

(Y esto voy y me lo encuentro pintado en la acera; reflexionad... y averiguad de qué libro/peli es :)

Bueno, no os digo ya más nada, ahí os quedáis con vuestras cosas después de haber perdido el tiempo vilmente con esta entrada. Eso, que Viena bien, pero mejor Bratislava.
Buenas noches y buena suerte ;)

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