En primer lugar, la última vez que escribí os hablé de un Fake Thanksgiving, pero es que después de eso, fue Thanksgiving de verdad y nos montamos otra celebración, la Guarrest Thanksgiving Ever, que es algo muy típico español, porque cogemos una fiesta extranjera y la destrozamos (¿transculturación? ¿hibridez? ¿trastorno de personalidad?). Así que el 27 de noviembre del año de Nuestro Señor 2014, fui cordialmente invitada a la comuna hippy que tienen montada los TAs en South Philly, a comer patatas, beber vino y gochear vilmente entre pizzas y red velvet con bigotes postizos y tocados de gusto dudoso. A mí, que me registren, las normas las puso A y el gocheo lo trajo J, yo me limité a dormirme como una ceporra en el sofá en cuanto fueron a echarse.
Somos el paradigma del saber estar.
El caso es que después de esto llegó el Black Friday. Sí, la gente se vuelve muy loca y llega al amanecer en hordas zombies a los sitios para arrasar con todo, pero solo en los sitios para paletos, como el Walmart. Además tened en cuenta que nosotros... SOMOS ESPAÑOLES y eso significa que para un día sin clase en que podemos dormir, no vamos a salir de casa antes de las 10. Con esto quiero decir que primero desayunamos tortitas a lo bonzo (cortesía de C) y luego ya, con calma chicha, nos pusimos en movimiento. Es un día para ser gastizo, para qué nos vamos a engañar. Lo ves todo tan bonito por ahí puesto, decoradito con luces y colores y hace tanto frío que no quieres estar en la calle que al final, compras. En mi caso, cuando vi el sableo que le había metido a la tarjeta de crédito, me consolé pensando: "Lo necesitas, que winter is coming y tú tienes cuatro cosas endebles", pero aún así un poco sí que duele. Además, encontré el Barnes&Noble de Philly, lo que implica que de aquí a un par de meses habré muerto sepultada entre libros; ya me conocéis, no puedo resistirme a unos buenos tochos de precio razonable y allí he encontrado el rincón de las ediciones chu-chu-chuuuuulis (como diría Ralph). Qué chungo.
Después de esto, la vida siguió tranquilamente entre alumnos apijotados, clases desconcertantes, trabajos procrastinados (hasta el infinito y más allá) y convivencia mundana de apartamento. Voy a empezar con lo de los alumnos, porque os juro que me dejan con el culo torcío.
Vamos a partir de la base de que tienen entre 17 y 20 años y es la primera vez en su vida que viven sin mami ni papi ni perri que les ladre, lo que significa que tienen la misma madurez que una berenjena. Habiendo establecido esto, sumémosle el hecho de que tienen que chapar, porque llegan los exámenes y no hay otra, contando entre sus obligaciones la tarea de preparar una escena (tipo: de compras, en el restaurante, primer día de universidad...) para su representación para el examen oral de español. Yo sé que actuar no es santo de la devoción de nadie, menos aún cuando no tienes mucha confianza con tus compañeros. Pero si tu profesora te está diciendo que valora la creatividad, que quiere un mínimo de 4 páginas de diálogo y que está dispuesta a ayudaros con las correcciones, ¿no os lo curraríais un poquito? Por aparentar, al menos.
Bueno, pues yo llegué el día D a la hora H con mis niños y me encontré con gratas sorpresas, turbias sorpresas y malas sorpresas. Lo hicieron bastante bien, con sus chascarrillos (como las que querían ligarse al camarero porque era "romántico, atractivo, con buen estilo. Le gusta la piña colada y quedar atrapado en la lluvia" o el que en su primera cita con una chica dijo que "Steve Buscemi tenía unos ojos lindos" -lo cual me perturba-) y todo, pero yo cuando me llegan unos a decirme "Claudia, hoy no estamos preparados, lo hacemos mañana ¿vale?" (y encima en inglés) es que me quedo boqueando como un salmonete fuera del agua. WTF, amigos? ¿Desde cuándo elige el alumno cuándo se hace el examen?
Sin (más) comentarios.
Por el lado de ser alumna, también estoy desconcertada. No es una historia personal, pero nunca pensé que un profesor pudiera tener la cara de cancelar una tutoría sobre la marcha porque se va al teatro y luego negarse a corregir tu ensayo porque "ya es demasiado tarde". Mi no entender.
En el aspecto compañeril también ando un poco loca. Yo sabía que USA era un país muy teatral (por Dios, ¿habéis visto sus series de TV?), pero nunca pensé que compartiría clase con una drama queen. Por un lado, dices "al menos no me aburro", pero por el otro... nunca sabes qué esperar y alucinas a cada paso. Es lo que le da calidad a la clase. Solo voy a decir al respecto que, si abusas de tus compañeros, apochina con lo tuyo que ya tenemos todos una edad suficiente como para hablar las cosas, Pero con amor.
Pero pasemos a cosas más agradables: llegó el momento NYC. Sí, he estado viviendo en Philadelphia durante casi 4 meses y aún no había ido a Nueva York, ¿pasa algo? Ha sido por la falta de tiempo y compañía para no deambular sola por la ciudad, que es muy triste eso y La Lista de Schindler, ¿sabéis? Bueno, el caso es que M y su consorte vinieron a pasar una semana a la Gran Manzana y ¿cómo decir que no a un día de ocio tal? Así que madrugar mazo, autobús de dos horas y media y hola Nueva York. Fue un día de turisteo menor y un poco friki: paseamos la High Line, vimos el White Horse, pub donde Kerouac leía sus cosas y se cogía sus melopeas,visitamos los apartamentos de Sexo en NY y Friends, vimos cosas que jamás podremos comprar, comimos en un mexicano (restaurante, no persona) y luego fuimos al centro centro a ver el espectáculo de Saks y el Rockefeller Center. Todo muy navideño, con un frío de cagase y luces everywhere.
Y ahora llegamos al meollo de la semana, queridos: THE END.
THE END implica fiesta, y la fiesta entre nosotros está muy bien (al viernes por la noche en Radnor me remito, con su posterior resaca de la muerte que me tuvo inutilizada todo el sábado), pero la del Departamento es otra historia. Partimos de la base de que, así con una media de edad de la época de Salvados por la Campana, solo estábamos A, J y yo; seguimos con la historia de ver a tus jefes/profesores todos pedo bailando la Danza Kuduro o exaltándose por una partida de Trivial, acabamos con que intenten reteneros, cuando intentáis marcharos, para que baje la media de edad de la sala. Turbio es que haya un equipo de adultos (recalco, adultos) que con cada pregunta correcta en el trivial cante el "We are the champions"... y al final pierda (ah, ironía, vieja amiga...) contra el equipo llamado no-sé-qué de las cabras (cabras, queridos, CABRAS). Y lo mejor: ese abrazo volador de cierto profesor levantando en brazos a cierta profesora que nos enseñó todos los misterios de una braga-faja blanco nuclear.
Aderezadlo con comida vegetariana y una maravillosa selección de postres. Yo tengo un trauma, pero es que he visto a mi jefa dando patadas al aire a lo Chuck Norris y claro...
¿Lo mejor? Hacerse fotos con el Belén de la universidad cuando nadie mira.
El único que no daba miedo bailando esa noche fue T, ya en casa, rebosante de cerveza y entusiasmo (¡Vamos T, sal a bailar, que tú lo haces fenomenal, tu cuerpo se mueve como una palmera, suave, suave, su-su-suave!). Ese juego de cartas es una maldición.
Básicamente, así estamos. Estoy oficialmente a 8 días de coger mi vuelo a España para las Navidades. Ya tenemos entradas para Nochevieja y yo estoy desarrollando otro estómago para llenarlo exclusivamente de croquetas cuando llegue, hay que tener proyectos. Además, Ág ya tiene billetes para venir a verme en marzo (fuck yeah!!), así que todo viento en popa, ¡marineros!
Nos vemos en la próxima entrada, muchos besos para todos menos para los que madrugáis para hacer footing. A vosotros deberían echaros a Francia.