domingo, 14 de diciembre de 2014

"He visto cosas que jamás imaginaríais..."

¿Os acordáis del monólogo de Blade Runner? Bueno, yo llevo acordándome de él varios días, empiezo a sentirlo una parte explicativa de mi vida en las últimas semanas. Sé que hace mucho que no escribo nada, pero es que me lían y al final hasta hago cosas. Veréis.

En primer lugar, la última vez que escribí os hablé de un Fake Thanksgiving, pero es que después de eso, fue Thanksgiving de verdad y nos montamos otra celebración, la Guarrest Thanksgiving Ever, que es algo muy típico español, porque cogemos una fiesta extranjera y la destrozamos (¿transculturación? ¿hibridez? ¿trastorno de personalidad?). Así que el 27 de noviembre del año de Nuestro Señor 2014, fui cordialmente invitada a la comuna hippy que tienen montada los TAs en South Philly, a comer patatas, beber vino y gochear vilmente entre pizzas y red velvet con bigotes postizos y tocados de gusto dudoso. A mí, que me registren, las normas las puso A y el gocheo lo trajo J, yo me limité a dormirme como una ceporra en el sofá en cuanto fueron a echarse.

Somos el paradigma del saber estar.

El caso es que después de esto llegó el Black Friday. Sí, la gente se vuelve muy loca y llega al amanecer en hordas zombies a los sitios para arrasar con todo, pero solo en los sitios para paletos, como el Walmart. Además tened en cuenta que nosotros... SOMOS ESPAÑOLES y eso significa que para un día sin clase en que podemos dormir, no vamos a salir de casa antes de las 10. Con esto quiero decir que primero desayunamos tortitas a lo bonzo (cortesía de C) y luego ya, con calma chicha, nos pusimos en movimiento. Es un día para ser gastizo, para qué nos vamos a engañar. Lo ves todo tan bonito por ahí puesto, decoradito con luces y colores y hace tanto frío que no quieres estar en la calle que al final, compras. En mi caso, cuando vi el sableo que le había metido a la tarjeta de crédito, me consolé pensando: "Lo necesitas, que winter is coming y tú tienes cuatro cosas endebles", pero aún así un poco sí que duele. Además, encontré el Barnes&Noble de Philly, lo que implica que de aquí a un par de meses habré muerto sepultada entre libros; ya me conocéis, no puedo resistirme a unos buenos tochos de precio razonable y allí he encontrado el rincón de las ediciones chu-chu-chuuuuulis (como diría Ralph). Qué chungo.

Después de esto, la vida siguió tranquilamente entre alumnos apijotados, clases desconcertantes, trabajos procrastinados (hasta el infinito y más allá) y convivencia mundana de apartamento. Voy a empezar con lo de los alumnos, porque os juro que me dejan con el culo torcío.
Vamos a partir de la base de que tienen entre 17 y 20 años y es la primera vez en su vida que viven sin mami ni papi ni perri que les ladre, lo que significa que tienen la misma madurez que una berenjena. Habiendo establecido esto, sumémosle el hecho de que tienen que chapar, porque llegan los exámenes y no hay otra, contando entre sus obligaciones la tarea de preparar una escena (tipo: de compras, en el restaurante, primer día de universidad...) para su representación para el examen oral de español. Yo sé que actuar no es santo de la devoción de nadie, menos aún cuando no tienes mucha confianza con tus compañeros. Pero si tu profesora te está diciendo que valora la creatividad, que quiere un mínimo de 4 páginas de diálogo y que está dispuesta a ayudaros con las correcciones, ¿no os lo curraríais un poquito? Por aparentar, al menos.
Bueno, pues yo llegué el día D a la hora H con mis niños y me encontré con gratas sorpresas, turbias sorpresas y malas sorpresas. Lo hicieron bastante bien, con sus chascarrillos (como las que querían ligarse al camarero porque era "romántico, atractivo, con buen estilo. Le gusta la piña colada y quedar atrapado en la lluvia" o el que en su primera cita con una chica dijo que "Steve Buscemi tenía unos ojos lindos" -lo cual me perturba-) y todo, pero yo cuando me llegan unos a decirme "Claudia, hoy no estamos preparados, lo hacemos mañana ¿vale?" (y encima en inglés) es que me quedo boqueando como un salmonete fuera del agua. WTF, amigos? ¿Desde cuándo elige el alumno cuándo se hace el examen?
Sin (más) comentarios.



Por el lado de ser alumna, también estoy desconcertada. No es una historia personal, pero nunca pensé que un profesor pudiera tener la cara de cancelar una tutoría sobre la marcha porque se va al teatro y luego negarse a corregir tu ensayo porque "ya es demasiado tarde". Mi no entender.

En el aspecto compañeril también ando un poco loca. Yo sabía que USA era un país muy teatral (por Dios, ¿habéis visto sus series de TV?), pero nunca pensé que compartiría clase con una drama queen. Por un lado, dices "al menos no me aburro", pero por el otro... nunca sabes qué esperar y alucinas a cada paso. Es lo que le da calidad a la clase. Solo voy a decir al respecto que, si abusas de tus compañeros, apochina con lo tuyo que ya tenemos todos una edad suficiente como para hablar las cosas, Pero con amor.


Sobre la convivencia de apartamento diré que estoy a un tiro de piedra de asesinar a mi compañera. Tiene 17 años y se le nota, por eso de que no limpia si no se lo dices, no recoge si no se lo dices, anda como una maraca que se le olvida todo constantemente (puertas, luces)... Esta sola duraría menos que un Stark en Desembarco del Rey. Yo no quiero hacer de mami, pero me veo con una úlcera pronto, así que tendré que ejercer. No es normal, echo de menos a mis alemanas adorables del Erasmus.

Pero pasemos a cosas más agradables: llegó el momento NYC. Sí, he estado viviendo en Philadelphia durante casi 4 meses y aún no había ido a Nueva York, ¿pasa algo? Ha sido por la falta de tiempo y compañía para no deambular sola por la ciudad, que es muy triste eso y La Lista de Schindler, ¿sabéis? Bueno, el caso es que M y su consorte vinieron a pasar una semana a la Gran Manzana y ¿cómo decir que no a un día de ocio tal? Así que madrugar mazo, autobús de dos horas y media y hola Nueva York. Fue un día de turisteo menor y un poco friki: paseamos la High Line, vimos el White Horse, pub donde Kerouac leía sus cosas y se cogía sus melopeas,visitamos los apartamentos de Sexo en NY y Friends, vimos cosas que jamás podremos comprar, comimos en un mexicano (restaurante, no persona) y luego fuimos al centro centro a ver el espectáculo de Saks y el Rockefeller Center. Todo muy navideño, con un frío de cagase y luces everywhere.


Y ahora llegamos al meollo de la semana, queridos: THE END.
THE END implica fiesta, y la fiesta entre nosotros está muy bien (al viernes por la noche en Radnor me remito, con su posterior resaca de la muerte que me tuvo inutilizada todo el sábado), pero la del Departamento es otra historia. Partimos de la base de que, así con una media de edad de la época de Salvados por la Campana, solo estábamos A, J y yo; seguimos con la historia de ver a tus jefes/profesores todos pedo bailando la Danza Kuduro o exaltándose por una partida de Trivial, acabamos con que intenten reteneros, cuando intentáis marcharos, para que baje la media de edad de la sala. Turbio es que haya un equipo de adultos (recalco, adultos) que con cada pregunta correcta en el trivial cante el "We are the champions"... y al final pierda (ah, ironía, vieja amiga...) contra el equipo llamado no-sé-qué de las cabras (cabras, queridos, CABRAS). Y lo mejor: ese abrazo volador de cierto profesor levantando en brazos a cierta profesora que nos enseñó todos los misterios de una braga-faja blanco nuclear.
Aderezadlo con comida vegetariana y una maravillosa selección de postres. Yo tengo un trauma, pero es que he visto a mi jefa dando patadas al aire a lo Chuck Norris y claro...
¿Lo mejor? Hacerse fotos con el Belén de la universidad cuando nadie mira.
El único que no daba miedo bailando esa noche fue T, ya en casa, rebosante de cerveza y entusiasmo (¡Vamos T, sal a bailar, que tú lo haces fenomenal, tu cuerpo se mueve como una palmera, suave, suave, su-su-suave!). Ese juego de cartas es una maldición.

Básicamente, así estamos. Estoy oficialmente a 8 días de coger mi vuelo a España para las Navidades. Ya tenemos entradas para Nochevieja y yo estoy desarrollando otro estómago para llenarlo exclusivamente de croquetas cuando llegue, hay que tener proyectos. Además, Ág ya tiene billetes para venir a verme en marzo (fuck yeah!!), así que todo viento en popa, ¡marineros!

Nos vemos en la próxima entrada, muchos besos para todos menos para los que madrugáis para hacer footing. A vosotros deberían echaros a Francia.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Fake Thanksgiving

Ayer fue de los días más americanos que he vivido jamás. Y por americano quiero decir de película de Tim Allen en que se hace de noche a las cuatro de la tarde, ya están puestas las decoraciones navideñas, la ciudad brilla, hace un frío que pela y se respira consumismo por todas partes antes de ir a cenar a las siete de la tarde.

Esto todo significa que ayer fuimos a la ciudad a lucir el palmito (con nuestros plumas gigantes y las bufandas hasta las cejas) y a comprar trapos (que si este anorak está rebajado y es japonés, que si mira qué bata tan mona para con el pijama, que si estos pantalones tienen lechuzas, que si esa bufanda te protege hasta de las balas...). Cuando empiezas a ver cosas bonitas y tienes un sueldo es muy difícil resistirse, porque ahorrar es muy aburrido, así que compras como si no hubiese un mañana (que sí que lo hay, y de hecho hay hasta un Black Friday a la vuelta de la esquina, pero es que no tenemos medida). Estúpido capitalismo globalizador... (dijo ella agitando el puño mientras se probaba su jersey nuevo).

Por supuesto, nosotros lo españolizamos todo, porque de otra manera no encontraríamos la forma de hacerlo nuestro (estamos aprendiendo un montón sobre transculturación y vainas de esas, apunta, J), así que llegamos tarde (a eso de las ocho), bebimos como si no hubiese un mañana antes, durante y después de la cena y picoteamos patatas alioli esperando por el pavo.

Pavo, sí pavo. Si fingimos Acción de Gracias, lo fingimos en condiciones. ¿Que de "de qué mierdas estamos hablando, amigo"? Pues bien sencillo: T y C se gastan 100 dólares en un supermercado y les regalan un pavo gigante genéticamente modificado con hormonas de Hulk; como ella es vegetariana y a él le gusta comer, pero no tanto, deciden compartir su riqueza glotona con sus pobres compañeros de casa/trabajo, que humildemente acudimos a su llamada. Ya sabéis, somos españoles, nosotros si hay comida y cerveza, no lo dudamos.



Y así acabamos once personas alrededor de una mesa compartiendo puré de patatas, pan de olivas y salsa de cranberry para el pavo. Olía la casa que daba gusto. Corría la cerveza que daba gusto. Comimos un arroz con leche de postre que daba gusto. La verdad es que, visto así, anoche fue bastante hedonista. El caso es que fue toda una celebración en que la ceremonia esa de dar las gracias no cuajó un carajo y nos limitamos a hacer chistes entre bocados. Además, nuestra J se nos hacía mayor y tuvimos que recordárselo (los buenos amigos están ahí para recalcarlo cuando envejeces). ¿La mejor dedicatoria en la tarjeta de cumpleaños? La del pavo: "La próxima vez os coméis a vuestra puta madre. -El pavo". Es que Ce tenía el día inspirado para firmar (además de para cocinar, porque vaya gozada de... todo).

En general, podemos decir que experiencia satisfactoria. Hoy ya menos, porque lo de levantarse con la boca seca, limpiar la casa y hacer la compra resta encanto, pero es la vida real.

Ahora nos queda esta semana, que solo tendrá dos días para nosotros, afortunados miembros del entorno académico con vacaciones desde el miércoles. Hay promesa de una maratón de Chicas Gilmore con comida basura, un desayuno gochuno y muerte por rebajas el viernes. Chachi. Buscaré un vestido con un escote hasta las rodillas para Nochevieja, que por lo visto ya tenemos plan. Tiembla, Salsi.

Un beso para todos menos para los que no sabéis que hoy es el 51th aniversario de Doctor Who. Hace un año yo estaba en Londres sacando a mi friki interna a la luz (también tengo una interna, sí). Bueno, no ha ido tan mal la cosa :)

sábado, 1 de noviembre de 2014

Frikis, galletas y Halloween

Ah, colegas, parece que solo escribo en días de lluvia, como los buenos melancólicos (no sabéis la tromba de agua que está cayendo, que me va a romper las ventanas).

Tengo cositas nuevas que contar, empezando por Halloween, que fue ayer y dio lugar a situaciones extrañas como casas decoradas como cementerios (de colores, eso sí, parecía la alucinación de un emo con un tripi) y alumnos que van al comedor en bata y gorro de ducha. También hubo situaciones más normales pero muy yankis, como ver a los niños con sus bolsitas en forma de calabaza yendo a por caramelos con los papis o que nos pusiesen gratis en el cine de la facultad El retorno de las brujas (Bette Midler en uno de sus grandes momentos). ¿El colofón? Decirles a tus alumnos que si vienen disfrazados les das dos puntos más en el quiz que tienen que hacer ese día; y que te lleguen a clase una gata, una diablesa y una tortuga ninja. Eso es lo que le da calidad a mi trabajo.

Por otro lado, nosotros los TAs somos una especie extraña con hábitos diferentes y un horario terriblemente apretado, así que Halloween lo celebramos a nuestra manera: el fin de semana anterior y con una fiesta a lo grande en casa de alguien. Así acaba servidora vestida de Charles Chaplin haciéndose fotos con César, Cleopatra, Caperucita y un cupcake en una azotea a las dos de la mañana. Pura casualidad (y cerveza).


Pero Halloween no es nada, porque pasada esta fiesta, esta sociedad capitalista terrible ya está preparando la siguiente: faltan 3 semanas para Acción de Gracias, pero ya hay pavos de papel decorando espacios variados. Sin comentarios.

Francamente, no sé por qué me atrevo a criticar cuando yo ya tengo las miras puestas en Navidades. Ya estoy pensando en qué regalos comprar, cómo comprarlos, para quién, qué ropa me traeré a la vuelta (Dios, cómo echo de menos mis jerséis, hace un frío que te cagas, colegui), cuándo saldré de fiesta, a qué gentuza veré... Ahora es cuando mi padre asomaría la cabeza y diría: "¡Compulsiva!" y con toda la razón.

Por otro lado, y aún retrocediendo más en el tiempo, he de hablaros de la Harry Potter Conference. La verdad es que fue toda una experiencia, partiendo de que necesité una hora y media en transporte público hasta llegar al sitio y acabando con que hay gente más friki que yo. Vino gente de Oxford a tomar parte, había oyentes disfrazados de estudiantes de Hogwarts, regalaban brownies y café y manzanas de caramelo, pasamos el día entero hablando de Harry Potter y descubrí que el quidditch es un deporte muy real en este país de locos. Una semana más tarde, vi al equipo de quidditch de mi universidad entrenando (los viernes a las 3 delante de Tolentine Hall, por si os interesa).
Yo iba acongojadísima por eso de hablar en inglés en plan serio delante de gente, que había que subirse a un estrado y la repanocha, pero al final solo me tembló la voz un poco e incluso se acercó gente a hablar conmigo al final. Creo que creé un poco de debate entre el público (estupendo, me gusta sembrar la discordia).

Miradme, toda friki y académica.

Mañana nos toca excursión al Museo de Arte de Filadelfia, donde J nos va a dar todo un tour por la parte de contemporáneo. Actividad voluntaria organizada por los jefes, así que ya sabéis: totalmente obligatoria y encima costeada de nuestros bolsillos. ¡Bienvenidos al mundo laboral de los becarios!
Por lo menos nos han prometido comer en un sitio rico y barato. Y luego, al menos la J y yo, nos vamos a ver la penitenciaría, porque nosotras somos así y pasear por el parque es demasiado mainstream. El que se aburre es porque quiere.

Aquí os dejo, que tengo mucho que hacer, se me acumulan papers, presentaciones y lecturas varias. Y hoy hay capítulo nuevo de Doctor Who, que es ineludible porque empieza la finale y creo que me van a dar un infarto, una embolia y una crisis nerviosa todo a la vez. Qué guay.
Besos para todos menos para los que no me sujetáis la puerta del ascensor cuando llego la última, a vosotros muerte.

martes, 14 de octubre de 2014

It's not always sunny in Philadelphia

Hola, forasteros. He vuelto.

Aunque parezca mentira por mi larga ausencia, estoy de vacaciones (desde hace cuatro días, no más, pero bueno): Fall Break, la maravilla inventada por las universidades americanas que supone una semana en medio del semestre para... rascarte el ombligo, hacer el trabajo acumulado, beber cerveza e ir de compras. Está bien, porque así la montaña de ropa sucia que te crece en la cesta de la colada puede solucionarse, te da tiempo a abastecer la nevera, que generalmente parece la de un campo de concentración, y puedes repasar la agenda y darte cuenta de que Fuck! ¡Tengo mil trabajos pendientes!
Mola.

Seamos sinceros, la segunda parte es que en realidad tienes demasiado tiempo libre y trabajas lo mínimo indispensable para no darte asco a ti mismo. Yo he hecho un ensayo de 4 (en mi línea, sobre poscolonialismo en las películas Disney, claro) y dad gracias a Dios si consigo ponerme con otro ahora (sobre la alternancia de códigos y Dora la Exploradora -como podéis ver, intento mantener el listón alto-). Y lo peor de todo es que estoy casi todo el raro tirada como un despojo, viendo las Chicas Gilmore mientras como helado y pienso "Yo podría estar labrándome un futuro... o haciendo deporte". En fin, sin comentarios, necesito que alguien me espabile a latigazos.

Hace un tiempo extrañísimo que yo creo que es lo que no me acaba de motivar del todo. Un día hace un sol despampanante que dices "Dios, tengo que salir a dar un paseo y absorber vitaminas" y al día siguiente llueve todo el día y solo quieres quedarte en casa, ver una peli de miedo y comer palomitas (ayer vi Oculus, no sé, me cagué un poco pero tampoco es ninguna maravilla). Filadelfia me tiene desconcertada:



Cada vez que voy a la ciudad, que es más de lo que debería y menos de lo que quiero, descubro algo nuevo. Por ejemplo, hay una plaza dedicada a los juegos de mesa; está decorada con piezas gigantes de parchís, ajedrez, Monopoli, damas... Los americanos nos sacan años de ventaja.



Lo malo es que cada vez que salgo de casa, gasto dinero. desde luego, una no se da cuenta de lo cara que está la vida hasta que se va a vivir sola, estoy sufriendo los mismos shocks que cuando vivía en Budapest y no me gusta; yo habría sido una niña rica estupenda... De hecho, cada vez tengo más planes de casarme con un ricachón (que por esta zona todo el mundo está montado en el dólar), dejar los estudios, ponerme pechos y vivir de esposa florero gastiza hasta el fin de mis días. Mi plan B es comprarme un gato que me haga compañía cuando vea las pelis de terror que mencioné antes, dependerá de cómo me pille el día.

¿Cosas positivas y decentes? El viernes, la Harry Potter Conference en la que, ya es definitivo, hablaré durante diez minutos sobre los fan fictions y las nuevas tecnologías como medio de creación literario. Pienso llegar con tiempo a Chestnut Hill College, porque por lo visto todo el barrio está de fiesta con este rollo y se decoran las tiendas, hay gente disfrazada y la leche en vinagre. Haré fotos para vosotros a condición de que reconozcáis que el frikismo no tiene edad ni vergüenza. Gracias.

Mañana vamos a sacarnos el número de la Seguridad Social, que ya iba siendo hora, por cierto, así que deseadme suerte con eso, porque no tengo ni idea de cómo va el tema. Solo sé que tengo que personarme en la universidad a las 9 (madrugar en vacaciones, lo que hay que aguantar) con mis papeles variados y que nos llevan a Chester de excursión como si fuéramos niños pequeños. Hubert siempre nos da dónuts cuando vamos a verle, así que a ver si mañana es uno de esos días.

Además, ya tengo billetes para Navidades, lo que significa que, si los de la Renfe se dignan a poner los horarios y venderme un billete, pasaré la Nochebuena en familia y con un jet-lag de la muerte que combatiré con, sé que lo sabéis, toneladas de café y sidra asgaya. Sí, sí, portaré algunos regalos, porque la maleta hay que llevarla llena de cosas para dejar y traerla llena de ropa que te dejaste en un principio (ay, echo de menos mis jerseys, qué rollo tan raro). Me hace mucha ilusión, la verdad, creo que me hará menos cuando vuelva la siguiente vez y sepa que no hay ropa que llevarme (en realidad, todo se reduce a eso y mi póster del Mapa de los Merodeadores para poner encima de la cama, soy una persona horrible).

Sin embargo, hay muchas cosas que hacer antes: trabajos que entregar, clases que dar, exposiciones que preparar, helado que comer, regalos que comprar y, sobre todo, lo más importante, capítulos de Doctor Who que ver. Capaldi se está ganando mi amor a golpe de frases como "Las viejas se mueren todo el rato, prácticamente ese es su trabajo". Solo espero que no nos mate el ébola antes de volver a vernos.

Muchos besos para todos menos para los que os ponéis bolsas de plástico en la cabeza cuando llueve, eso es de raros.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Velada con el tito Kevin

¿No os ha pasado nunca que acabáis el fin de semana y os hace falta otro fin de semana para descansar de ese fin de semana? Bien, entonces no tengo que explicároslo. Holy shit, qué cansada estoy. Esta semana se me ha ido de las manos.
Los niños han hecho su primer examen. Ha habido de todo, como siempre, pero en general bastante bien, aunque me he puesto dominátrix para obligarlos a pasar por el despacho, porque son freaking vagos y son capaces de quedarse con todas sus dudas antes que perder quince minutos en la oficina. Cómo se nota que son americanos y que sus vidas son demasiado emocionantes como para perder el tiempo estudiando, cachis la mar. En UniOvi íbamos a los despachos porque no teníamos nada mejor que hacer...
Las clases del máster bien, aunque un poco desconcertantes. Que si niñas secuestradas, asesinatos encubiertos y Foucault (que ya tiene bastante consigo mismo)... Hay cosas que entiendo y disfruto, cosas que no entiendo pero finjo que sí y sonrío, y cosas que no entiendo ni de coña y además soy incapaz de disimularlo.
Luego, el jueves, nos encasquetaron una conferencia sobre Platero y yo. Que a mí me parece muy bien, jode un poco lo que se supone que es nuestro día libre (y aquel plan maravilloso de salir el miércoles por la noche), pero bueno... Pero claro, oigan, yo lo de que me hagan leer en público, como que no. Bailar sí, competiciones de chupitos desde luego, jugar al cascayu sin problemas, pero leer rollo conferencial... mal rollo. No me gusta que me miren, porque se me lengua la traba y me pongo incandescente (en clase es distinto, porque soy la profesora, tengo la sartén por el mango y si maldigo en español los nenes no se enteran, que es lo que más mola).
El viernes fue el día del agobio monumental: la charla con el advisor. Ojito, que me cae muy bien y me río mucho, pero fue un camión cisterna de información así de repente y creo que aún la estoy procesando. Que si investigación, becas de verano, doctorado, conferencias, talleres... Yo solo quiero adaptarme al ritmo de aquí, comer palomitas y ver el Orgullo y prejuicio de la BBC hasta que explote el disco duro, ¿es tanto pedir?
Para cuando acabe el año, estaré haciendo compañía a los agustinos insignes:

(¿Creíais que era broma lo de que el campus tiene un cementerio?)

La recompensa, por suerte, llegó el sábado, día maravilloso en que J y yo fuimos a Philly desde por la mañana temprano a conseguir números de teléfono (¡al fin tengo número americano! Si lo queréis, silbad, porque a partir de ahora pienso cagar para el español), callejear, ver tiendas, beber café, hacernos fotos, comer pizza, ver más tiendas, enamorarnos de cosas que no podemos pagar y morir por agotamiento (de tanto ver tiendas).


El caso fue que he descubierto que una puede sentirse sexualmente atraída por un objeto (en este caso, un preciosísimo vestido de encaje verde oscuro de 128 dólares, éste concretamente -por cierto, en rojo también me vale, por si os sentís generosos; llevo una L-), he vuelto a beber café (MAAAAAAAAL, recordemos los últimos 4 meses del erasmus, el estado deplorable y la casi úlcera de la dieta café-pizza-cerveza-café-...) y he dejado de sentir el meñique el pie izquierdo. Ojalá fuese una broma, pero no; si mañana a estas horas sigue sin responder, lo corto y a otra cosa.
Ayer, pues, como iba diciendo, fue agotador y terminó con una conferencia de Kevin Spacey en la universidad (previa compra de entrada, porque su caché no se paga solo), una charla que fueron risas y que nos sacó de la uni a las ya 10.30 de la noche, cuando mi cerebro ya hacía rato que había colgado del cartel de "Game Over".
Volver a casa paseando, cruzar telarañas gigantes y conocer a los sobrinitos de Ella Laraña solo fue un bonus. Holy shit again, puto miedo de arácnidos mutantes, yo mañana ya me puedo buscar una ruta alternativa para ir a clase o quedarme para siempre en casa. O caminar solo hacia la derecha.
Pues eso, que saltamos de un día de compras por la urbe a un domingo en que he comprado pan de molde, he pasado el aspirador y he preparado mi exposición sobre el humor en La ciudad de los prodigios (libro que ya se está poniendo cansino, por cierto). El contraste es poderoso.

Ahí os quedáis, que son las once y cuarto y yo mañana madrugo. Ya estoy pensando en el rico desayuno que tomaré, porque yo soy así: ansiosa.
Buenas noches a todos, soñad con los angelitos. O con Christian Bale, yo ahí no me meto. Abrazos de luz para todos.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Not a bad life.

Hay tanto que quiero compartir con vosotros hoy...
En primer lugar, diré que escribo a raíz de una serie de comentarios que me ha hecho Cris, la infame Cris, y ya que hoy se sitúa un año más cerca de la muerte, pues me he sentido en la obligación de contentarla.
En segundo lugar, empezaba a sentirme un poco culpable, porque hace tiempo que no actualizo. Ahora me siento culpable, pero porque debería estar haciendo los deberes (suena retro, pero es verdad). Se me acumula peligrosamente el trabajo de cara a la semana que viene y esto no puede ser. Con un poco de suerte, descargará la tormenta que internet me lleva prometiendo una semana y así, al menos, no me sentiré culpable por pasarme el día en casa.
Y es que, amigos, no importa lo muy entrañable que sea el sitio al que vayas si no tienes con quién compartirlo. Un fin de semana en que todo el mundo tiene planes se acaba convirtiendo en un coñazo con todas las letras, porque ir a ver cosas o a tomar café o al cine tú sola... como que pierde encanto. Y gatos no puedo tener, lo pone en el contrato de alquiler.
Lo cierto es que las cosas van cogiendo forma poquito a poco, como esa habitación que antes parecía fría y desangelada y que ahora, con ligeros toques decorativos, ya va reflejando mejor mi verdadero yo. Atención al mobiliario:


Me entusiasma también lo que viene siendo el edificio, por dentro y por fuera, porque estamos rodeados por árboles llenos de ardillas, bandadas de gansos, murciélagos y mapaches que lo hacen todo taaaaaan entrañable... Por no hablar de los pasillos, que me siento como si Jack Nicholson fuera a salir del ascensor con un hacha en cualquier momento.

Decidme que no es igual que el Overlook de "El resplandor", venga, os reto. Un día me encuentro un "REDRUM" pintado en la puerta y me da una embolia.

Otro suceso importante: creo que seré conferenciante fija en la HP Conference de Chestnut Hill College el próximo mes. Me va a llevar dos horas llegar al sitio y dos horas volver, pero creo que valdrá la pena. ¿Que de qué voy a hablar? De fanfics, claro. ¿Conocéis a alguien más capacitado por estos lares?

Si hablamos de las clases, hablamos de mis niños. Tienen casi mi edad, pero me gusta llamarlos así, porque están como pininos, oigan. Maldad no sé si tendrán, pero picardía cero. Aun así, tengo muchas esperanzas puestas en ellos, sobre todo de cara a que dejen de escribirme "difficulo" en los exámenes cuando quieren decir "difícil", por ejemplo. También podrían abandonar lo de "comer banana por la mañana" porque no suena a lo que en realidad quieren decir.

Las clases como alumna ya son otra cosa, porque como lo que tienes que estudiar lo decide otro, pues es como ser un Sim pero sin meter al bebé en el horno ni nada parecido. De todas formas, salvo por una asignatura que todavía no tengo muy claro de qué va (y creo que haré mi presentación, mi ensayo y probablemente acabe el semestre sin llegar a enterarme), casi todo me gusta bastante. Tienen estos enfoques participativos de que hay que hablar y discutir y eso. Yo, que vengo de UniOvi, esto de que me pidan hacer cosas más de dos meses al año no lo acabo de ver, pero bueno...

Para cerrar os informo de que he localizado la tienda HotTopic. Mal. Maaaaaaal. MAL. Tienen de todo de Doctor Who y de Harry Potter. Maaaaaal. Ya tengo tarjeta de socia y unos pendientes con forma de destornillador sónico.
Esto va a ser aquí a mi autocontrol lo que el Sugar en Budapest. Y siendo atea, a ver a quién le pido ayuda yo ahora...

En fin, besos para todos menos para los que no habéis salido el primer día de San Mateo. ¿De qué vais?


jueves, 28 de agosto de 2014

Americanos...

Sí, sí, así como lo digo, "Americanos...". Cada día me fascinan más, los que penséis que las películas exageran estáis muy equivocados, porque lo estoy viendo con mis propios ojos: ¡juegan al frisbee! Quiero decir, ¿hay algo más lamentable que jugar al frisbee (si no es con tu perro)? Pues ellos lo hacen, se esparcen por el campus a la una de la tarde, después de meterse un fabuloso almuerzo entre pecho y espalda y cuando más casca el sol y ¡zasca! A jugar. No entiendo por qué no se han hecho documentales.
Estoy intentando sumergirme en la cultura de aquí, pero me desconcierta. Comidas enormes y deliciosas capaces de taponarte 6 arterias de un mordisco (deberíais haber visto el sándwich que me cené anoche: todos los quesos conocidos por el hombre con un poco de bacon bien tostadito, ahora no siento el corazón), gente rubia y sonrosada que es hiperexpresiva e hipereducada, que me llamen Miss Claudia (vaya telita)...
Dejando a un lado esto, a lo que planeo dedicar toda una tesina psicológica si me dejan, está la otra cara de la moneda: el trabajo. En primer lugar, como estudiante: llevo una clase de cada asignatura y ya estoy acojonada. Viniendo de UniOvi, donde me pasaba el año sin dar palo al agua hasta que llegaban los exámenes, aquí quieren que haga cosas y participe y hasta que atienda. ¿Qué extraño sistema es este? Así corro peligro de aprender algo y eso me preocupa, yo pensaba que mi misión en la vida era estar guapa y encandilar a un baronet, pero ahora resulta que tengo que leer, presentar cosas, hablar de temas de los que no tengo ni pajolera idea y encima hacerlo todo bien para que no me baje la media y me quiten la beca. Echo de menos la era decimonónica en que solo hubiera necesitado un corsé y una sombrilla.
También está la faceta de profesora. Esta semana he dado mis primeras tres clases y en el aula no se sabía quién estaba más asustado, si ellos o yo. No es nada fácil plantarte ante 15 universitarios novatos para explicarles cosas que, en realidad, tampoco les importan mucho (salvo a dos o tres que quieren ligar con morenas durante las vacaciones). Ser profesor tiene mucho de ser actor, hay que mantener entretenidas a las masas, porque tú les estás poniendo nota, pero sus resultados van a decir mucho de ti (a tu jefe y al mundo en general). Tengo miedo a hacerlo mal y que no aprendan nada.
No todo es malo, nada más lejos. Son muy buenos chavales, tímidos, pero se esfuerzan por no dejar que el silencio se instale en la clase cuando hago una pregunta y eso me gusta. Creo que no acaban de pillar mi sentido del humor (a veces flipan), espero que eso cambie poco a poco, porque están tan tensos al principio que de verdad creo que necesitan reírse más de todo en general.
Menos mal que no estoy sola en mi desconcierto: hemos empezado nuevos tres en este programa de TA, así que hablar con J y con R me tranquiliza y me inquieta a partes iguales, porque a ellos también les pasa que les falta tiempo para darlo todo, que iban asustados al principio y que tienen mucho que contar, pero los dos tienen más experiencia y creo que aburren menos a sus alumnos que yo (porque estoy loca y cuando hago un comentario extraño se ríen, pero por lo demás, al empezar de cero, hay muy poco margen para trabajar). Mis pobres nenos...
Básicamente eso. El ocio bien, hoy es mi día libre y pienso pasarlo haciendo la colada y tirada en la piscina. Puede que vaya a comprar leche también si me siento inspirada, pero no prometo nada. A y F me han enseñado dónde viven las cervezas, que también es algo vital. Un día los canonizo.
Ya está, así cierro. Besos para todos menos para los que os quejáis que quedan pocas vacaciones, ¡a remar os pondría yo!


sábado, 23 de agosto de 2014

Filadelfia

Sí, sí, sé que hace más de un año que no doy señales de vida, pero en mi defensa diré que volver del erasmus fue extremadamente traumático y necesité cada segundo de mi tiempo para superarlo (así como numerosos litros de zumos de cebada y croquetas).
¿Pero ya estoy aquí! Y por aquí, quiero decir en internet, porque en casa casa no estoy, me he ido a las Américas. Retransmito desde las cercanías de la ciudad del queso, donde empiezo a estudiar y trabajar el lunes, tras una dura semana de orientaciones que me han dejado patidifusa. Todavía no he empezado y ya tengo trabajo atrasado: yo soy así, inesperada e inescrutable.
¿Qué os puedo contar? He venido con una beca, estudiaré un máster en Estudios Hispánicos (que es como irse a Hogwarts a cursar Estudios Muggles) y daré clases de español a los pininos de primer curso. Ya he visto sus caritas inocentes en las listas de la web, no saben aún que la universidad corromperá sus almas y los llevará por una vida de disimulada perdición (si la viven como tiene que ser, claro). Me alegrará poder colaborar con ello.
Tengo muchos compañeros muy simpáticos en el programa, como mis mentores y ahora también vecinos A y F, dos pobres a los que he atormentado todo el verano a golpe de e-mail: que si duda por aquí, que si piso por allá... Yo ya tendría ganas de haberme asesinado por pelma desde hace tiempo. Han llegado aquí ayer tras unas merecidas vacaciones en la tierrina, que es de donde somos todos.
Por otro lado... vivo con una vietnamita (y su novio acoplado hasta fin de mes). Son majos, pero cuando se gritan en dialecto oriental me acuerdo de la madre de Sheldon diciendo "Los orientales son gente inescrutable" porque no pillo ni las comas. Eso sí, ya hemos tenido una aventura los tres juntos, a mi siguiente relato lo titularé "La llave del mal... etero" y cuenta la historia de cómo metiendo las bolsas de la compra en el coche, Linh (que es la oriental) cerró el maletero y se dejó las llaves dentro, lo que nos llevó a tener que esperar durante dos horas y pico en el aparcamiento del supermercado hasta que un cerrajero vino a echarnos un cable (un chaval muy parecido a Theo James, todo hay que decirlo, así que bien). Fue muy emocionante.
Lo malo que tienen es que cocinan cosas que apestan y es un olor que se impregna por todas partes creando un ambiente complejo. Pero lo llevo muy bien.
Y más o menos en eso quedamos. He saqueado Ikea, he visto ranitas, me estoy relacionando con gente nueva que me saca años de ventaja, tanto en edad como en experiencia en este trabajo, y me he apuntado a la cosa más friki que he podido encontrar por estos lares: la Harry Potter Conference anual de Chestnut Hill College, que será el 17 de octubre. Como ponente, claro, para hablar de fanfics, porque ir de espectador es para los débiles.
Hablando de lo cual, debo informaros de que mi universidad tiene equipo de quidditch. No es broma. Tengo sentimientos encontrados, es que no dejan de sorprenderme: entre que tiene un cementerio de curas en mitad del campus y esto, creo que he hecho la elección acertada.
Voy a parar hasta que me cuenten algo nuevo desconcertante del sitio, que, por cierto, está rodeado de bosque por todas partes, así que hay muchas probabilidades de que salga un asesino en serie de entre los árboles y empiece a repartir hachazos. Americanos...
Besos para todos menos para los que no vais a ver YA el nuevo capítulo de Doctor Who. In Capaldi we trust.