lunes, 19 de noviembre de 2012

Clases de baile

"Vas bien, decía éste, pero no bailes tan tieso, no es cuestión de mover sólo los pies. Al dar vueltas tienes que doblarte, así, fíjate bien -el Bebe se inclinaba, una sonrisa convencional aparecía en su rostro de leche, su cuerpo giraba sobre un talón y luego, al recobrar la posición anterior, la sonrisa se esfumaba-. Son trucos, como cambiar de paso y hacer figuras, pero ya aprenderás eso después. Ahora tienes que acostumbrarte a llevar a tu pareja como se debe. No tengas miedo, la chica se da cuenta ahí mismo. Plántale la mano encima, fuerte, con raza. Déjame llevarte un rato, para que veas. ¿Te das cuenta? Le aprietas la mano con la izquierda y a medio baile, si notas que te da entrada, le vas cruzando los dedos y la acercas poquito a poquito, empujándola por la espalda, pero despacio, suavecito. Para eso tienes que tener bien plantada la mano desde el principio, no sólo la punta de los dedos, la mano íntegra, toda la manaza apoyada cerca de los hombros. Después la vas bajando, como si fuera pura casualidad, como si en cada vuelta la mano se cayera solita. Si la muchacha se respinga o se echa atrás, te pones a hablar de cualquier cosa, habla y habla, risa y risa, pero nada de aflojar la mano. Dale a apretar y a acercarla. Para eso mucha vuelta, siempre por el mismo lado. El que gira a la derecha no se marca, aguanta cincuenta vueltas al hilo, pero como ella da vueltas a la izquierda se marea prontito. Ya verás que apenas le dé vueltas la cabeza se te pega solita, para sentirse más segura. Entonces puedes bajar la mano hasta su cintura y cruzarle los dedos sin miedo y hasta juntarle un poco la cara. ¿Has entendido?"
El vals ha terminado y el tocadiscos emite un crujido monótono. El Bebe lo apaga.

(La ciudad y los perros; Mario Vargas Llosa)

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Viena

HiHello everybody!

Viena no está mal. No pudimos comer Schnitzel, aunque la mañana que nos marchamos nos salían hasta de debajo de las piedras, pero por lo demás, estuvo apañado el viaje. 3 horitas de tren con las Ms, que resultó que iban en la misma dirección, y un hostel con pianista amateur que ganó todo el sex-appeal del mundo tan pronto como puso las manos sobre las teclas compusieron una agradable bienvenida.

Un frío que pelaba, claro, para no perder costumbre (que luego volvemos a Budapest mal acostumbrados, ¡gracias al Cielo que no hubo peligro...!), pero una sólo tiene que vestirse por capas, como los ogros (o las cebollas o las tartas, que según dicen los asnos, gustan más a la gente -si no pilláis esta referencia cuasi bíblica, dejad de leer mi mierdi post e id de cabeza a ver Shrek, que obviamente os hace falta-). Al menos hubo suerte y no llovió ni nevó ni gaitas similares capaces de entorpecer un viaje.

Viena está llena de estatuas. Esto está bien si te gustan esas cosas tan macabras, pero si te has visto las 6 temporadas completas del nuevo Doctor Who y la parte disponible de la 7 que hay hasta ahora, creo que comprenderéis por qué yo tenía los pelos como escarpias. ¡Putos angelitos del demonio! Era imposible mantener un ojo sobre cada figura alrededor, fue un milagro salir vivos de ese infierno (observar figura adjunta):


Hay mucha historia en sus piedras, como buena capital europea imperialista, aunque también tiene mucho de postal; carece del carácter y el encanto de Budapest, Berlín u Oviedo (así, publicidad subliminal sin que se note: venid a visitaaaaaaarnos -sutil, ¿eh?-), todo parece calculado para que los turistas podamos hacernos bonitas y precocinadas fotos con las que recordar "eh, mira, estuvimos en Viena" y ya. Puede que sea cosa mía, el caso es que a mí esta ciudad no me dijo nada.

Por supuesto, era una parada obligatoria. Sería un pecado estar a 3 horitas en tren y no ir, es como si me saltase un viaje de primerizos, y no me arrepiento de haber ido (porque el hombre del piano... y la pizza...), eso que conste. Además, ha servido para descubrirme facetas de mí misma que ignoraba, como el hecho de que soy capaz de perderme incluso teniendo un mapa (y, lo que es peor, arrastrar a compañeros inocentes en el proceso), que no he olvidado del todo mi oxidado alemán (puedo pedir unafoto, preguntar el precio, hablar con alemanes guapos y camareros de hostel, y dar las gracias; para llevar 3 años sin tocarlo, no está mal del todo) y que NUNCA es demasiada comida en un sólo día (estoy desarrollando nuevos estómagos, pienso tener 4 como las vacas para final de año).

(Y esto voy y me lo encuentro pintado en la acera; reflexionad... y averiguad de qué libro/peli es :)

Bueno, no os digo ya más nada, ahí os quedáis con vuestras cosas después de haber perdido el tiempo vilmente con esta entrada. Eso, que Viena bien, pero mejor Bratislava.
Buenas noches y buena suerte ;)