martes, 16 de abril de 2013

Buon viaggio!

Lo pondría en croata, que fue el primer sitio, pero aún no he desarrollado ese talento.
Pues eso, mis queridas criaturas, viajar, viajar, ¡viajar! Primero Croacia, luego Italia y luego... ¡la Luna es el tope! (por lo visto)

Me marché con las Falsas Granada a Croacia, con 8 horitas de tren que casi supieron a poco... ¡mentira! Pero llegamos, y nos hicimos muuuuuy amigas de la pobre muchacha de la Posta a la que atormentábamos al menos una vez al día durante los 4, casi 5, días que estuvimos allí. Vimos Zagreb, que es como la ciudad fantasma en Pascua (parece ser que la gente es muy religiosa, y no hace falta que lo juren). Para encontrar sitios donde cenar había que hacer un máster, pero hambre no pasamos (¿hambre? ¿Nosotras? Ya, claro, y qué más...). De hecho, creo que ahora yo solita ocupo toda mi cama.
El caso es que vimos Zagreb (una hora + cementerio, no es una ciudad muy grande), que es bastante interesante y donde se puede fumar en los bares, así que mientras otros se pelan el culo de frío en Oviedo para echar un piti, tomar una cerveza es apañao allí.
Y al día siguiente... fuimos a los lagos, Plitvice, el parque natural, previa parada en Rastoke que es como Hobbiton pero con mucha más agua:


Plitvice es una pasada. Si tenéis oportunidad, DEBÉIS ir, pero evitad escalar cataratas gigantes a 4 grados, porque os pasará como a nosotras: os calaréis 5 capas de ropa de las cuales una será un plumas, se os congelará el tuétano, acabaréis perdidas en lo alto del monte, pensaréis en llamar a Salvamento y caminaréis una hora y media hasta el refugio de montaña para sentaros junto al fuego bebiendo café y brandy. Y el camarero se partirá el culo en vuestra cara al veros ateridas y bebiendo lingotazos.


Volver en tren supondrá de nuevo una odisea con los controles de pasaportes y fronteras (son unos paranoicos de flipar), cambios de tren a autobús y de vuelta al tren porque hay vías cortadas, además de hacer amigos en los trenes que se acoplarán a vosotros durante todo el viaje contándoos batallitas-fantasmas de su año Erasmus. Fácil, sencillo, para toda la familia.

Por otro lado, para contrastar con el tiempo invernal croata, un fin de semana en Milán. Estas son las ventajas de que otros amigos también anden de erasmus por el mundo: ir a verlos en plan pequeño viaje vacacional. Bueno, imaginad, me marché para allá con un catarrazo que te mueres después de la jornada de deporte extremo en Croacia (se lo pegué a la pobre Lu, que espero sabrá perdonarme) y no hice más que empeorarlo con el helado indispensable del primer día (eso sí, con heladeros como ése... bueno, yo seguiré con la garganta destrozada hasta el fin de los días). También hubo pasta por un tubo, cócteles de ginebra, italianos guapos, italianos feos y muy pocas horas de sueño.
Milán es pequeño pero matón, merece la pena pasearlo tranquilamente, sobre todo si hace el sol que nos hizo a nosotras, que se te derretían hasta las muelas. El barrio de Brera los sábados por la mañana tiene un ambientazo, está lleno de arte y de olor a comida rica rica. El Duomo es una pasada, ahora ya entiendo por qué tiene la fama que tiene. Y así todo, incluso aunque haya matones negros que llamen puta y lesbiana a la dependiente de la tienda en que trabajan de seguratas.
Turín también está genial y se puede ver en un día. El parque del Castillo es precioso para pasear a última hora de la tarde, con guapos chicos italianos que os persigan haciendo footing, como a nosotras. Hace calor y los hombres te hablan como si creyesen que no los entiendes. ATENCIÓN, ITALIANOS: hablamos italiano, e incluso aunque no lo hablásemos, somos españolas: podemos entenderlo con facilidad.

 


Así, como resumen. Ahora no sé qué será lo siguiente que os cuente, pero espero que sea algo surrealista, que quitando escaladas de cataratas, negros agresivos y persecuciones de deportistas, hace mucho que no me pasa nada raro y eso me da miedo. Ya sabéis lo que dice Moody: ¡alerta permanente!
Besos para todos y patadas a la gocha.