domingo, 23 de noviembre de 2014

Fake Thanksgiving

Ayer fue de los días más americanos que he vivido jamás. Y por americano quiero decir de película de Tim Allen en que se hace de noche a las cuatro de la tarde, ya están puestas las decoraciones navideñas, la ciudad brilla, hace un frío que pela y se respira consumismo por todas partes antes de ir a cenar a las siete de la tarde.

Esto todo significa que ayer fuimos a la ciudad a lucir el palmito (con nuestros plumas gigantes y las bufandas hasta las cejas) y a comprar trapos (que si este anorak está rebajado y es japonés, que si mira qué bata tan mona para con el pijama, que si estos pantalones tienen lechuzas, que si esa bufanda te protege hasta de las balas...). Cuando empiezas a ver cosas bonitas y tienes un sueldo es muy difícil resistirse, porque ahorrar es muy aburrido, así que compras como si no hubiese un mañana (que sí que lo hay, y de hecho hay hasta un Black Friday a la vuelta de la esquina, pero es que no tenemos medida). Estúpido capitalismo globalizador... (dijo ella agitando el puño mientras se probaba su jersey nuevo).

Por supuesto, nosotros lo españolizamos todo, porque de otra manera no encontraríamos la forma de hacerlo nuestro (estamos aprendiendo un montón sobre transculturación y vainas de esas, apunta, J), así que llegamos tarde (a eso de las ocho), bebimos como si no hubiese un mañana antes, durante y después de la cena y picoteamos patatas alioli esperando por el pavo.

Pavo, sí pavo. Si fingimos Acción de Gracias, lo fingimos en condiciones. ¿Que de "de qué mierdas estamos hablando, amigo"? Pues bien sencillo: T y C se gastan 100 dólares en un supermercado y les regalan un pavo gigante genéticamente modificado con hormonas de Hulk; como ella es vegetariana y a él le gusta comer, pero no tanto, deciden compartir su riqueza glotona con sus pobres compañeros de casa/trabajo, que humildemente acudimos a su llamada. Ya sabéis, somos españoles, nosotros si hay comida y cerveza, no lo dudamos.



Y así acabamos once personas alrededor de una mesa compartiendo puré de patatas, pan de olivas y salsa de cranberry para el pavo. Olía la casa que daba gusto. Corría la cerveza que daba gusto. Comimos un arroz con leche de postre que daba gusto. La verdad es que, visto así, anoche fue bastante hedonista. El caso es que fue toda una celebración en que la ceremonia esa de dar las gracias no cuajó un carajo y nos limitamos a hacer chistes entre bocados. Además, nuestra J se nos hacía mayor y tuvimos que recordárselo (los buenos amigos están ahí para recalcarlo cuando envejeces). ¿La mejor dedicatoria en la tarjeta de cumpleaños? La del pavo: "La próxima vez os coméis a vuestra puta madre. -El pavo". Es que Ce tenía el día inspirado para firmar (además de para cocinar, porque vaya gozada de... todo).

En general, podemos decir que experiencia satisfactoria. Hoy ya menos, porque lo de levantarse con la boca seca, limpiar la casa y hacer la compra resta encanto, pero es la vida real.

Ahora nos queda esta semana, que solo tendrá dos días para nosotros, afortunados miembros del entorno académico con vacaciones desde el miércoles. Hay promesa de una maratón de Chicas Gilmore con comida basura, un desayuno gochuno y muerte por rebajas el viernes. Chachi. Buscaré un vestido con un escote hasta las rodillas para Nochevieja, que por lo visto ya tenemos plan. Tiembla, Salsi.

Un beso para todos menos para los que no sabéis que hoy es el 51th aniversario de Doctor Who. Hace un año yo estaba en Londres sacando a mi friki interna a la luz (también tengo una interna, sí). Bueno, no ha ido tan mal la cosa :)

sábado, 1 de noviembre de 2014

Frikis, galletas y Halloween

Ah, colegas, parece que solo escribo en días de lluvia, como los buenos melancólicos (no sabéis la tromba de agua que está cayendo, que me va a romper las ventanas).

Tengo cositas nuevas que contar, empezando por Halloween, que fue ayer y dio lugar a situaciones extrañas como casas decoradas como cementerios (de colores, eso sí, parecía la alucinación de un emo con un tripi) y alumnos que van al comedor en bata y gorro de ducha. También hubo situaciones más normales pero muy yankis, como ver a los niños con sus bolsitas en forma de calabaza yendo a por caramelos con los papis o que nos pusiesen gratis en el cine de la facultad El retorno de las brujas (Bette Midler en uno de sus grandes momentos). ¿El colofón? Decirles a tus alumnos que si vienen disfrazados les das dos puntos más en el quiz que tienen que hacer ese día; y que te lleguen a clase una gata, una diablesa y una tortuga ninja. Eso es lo que le da calidad a mi trabajo.

Por otro lado, nosotros los TAs somos una especie extraña con hábitos diferentes y un horario terriblemente apretado, así que Halloween lo celebramos a nuestra manera: el fin de semana anterior y con una fiesta a lo grande en casa de alguien. Así acaba servidora vestida de Charles Chaplin haciéndose fotos con César, Cleopatra, Caperucita y un cupcake en una azotea a las dos de la mañana. Pura casualidad (y cerveza).


Pero Halloween no es nada, porque pasada esta fiesta, esta sociedad capitalista terrible ya está preparando la siguiente: faltan 3 semanas para Acción de Gracias, pero ya hay pavos de papel decorando espacios variados. Sin comentarios.

Francamente, no sé por qué me atrevo a criticar cuando yo ya tengo las miras puestas en Navidades. Ya estoy pensando en qué regalos comprar, cómo comprarlos, para quién, qué ropa me traeré a la vuelta (Dios, cómo echo de menos mis jerséis, hace un frío que te cagas, colegui), cuándo saldré de fiesta, a qué gentuza veré... Ahora es cuando mi padre asomaría la cabeza y diría: "¡Compulsiva!" y con toda la razón.

Por otro lado, y aún retrocediendo más en el tiempo, he de hablaros de la Harry Potter Conference. La verdad es que fue toda una experiencia, partiendo de que necesité una hora y media en transporte público hasta llegar al sitio y acabando con que hay gente más friki que yo. Vino gente de Oxford a tomar parte, había oyentes disfrazados de estudiantes de Hogwarts, regalaban brownies y café y manzanas de caramelo, pasamos el día entero hablando de Harry Potter y descubrí que el quidditch es un deporte muy real en este país de locos. Una semana más tarde, vi al equipo de quidditch de mi universidad entrenando (los viernes a las 3 delante de Tolentine Hall, por si os interesa).
Yo iba acongojadísima por eso de hablar en inglés en plan serio delante de gente, que había que subirse a un estrado y la repanocha, pero al final solo me tembló la voz un poco e incluso se acercó gente a hablar conmigo al final. Creo que creé un poco de debate entre el público (estupendo, me gusta sembrar la discordia).

Miradme, toda friki y académica.

Mañana nos toca excursión al Museo de Arte de Filadelfia, donde J nos va a dar todo un tour por la parte de contemporáneo. Actividad voluntaria organizada por los jefes, así que ya sabéis: totalmente obligatoria y encima costeada de nuestros bolsillos. ¡Bienvenidos al mundo laboral de los becarios!
Por lo menos nos han prometido comer en un sitio rico y barato. Y luego, al menos la J y yo, nos vamos a ver la penitenciaría, porque nosotras somos así y pasear por el parque es demasiado mainstream. El que se aburre es porque quiere.

Aquí os dejo, que tengo mucho que hacer, se me acumulan papers, presentaciones y lecturas varias. Y hoy hay capítulo nuevo de Doctor Who, que es ineludible porque empieza la finale y creo que me van a dar un infarto, una embolia y una crisis nerviosa todo a la vez. Qué guay.
Besos para todos menos para los que no me sujetáis la puerta del ascensor cuando llego la última, a vosotros muerte.