lunes, 31 de diciembre de 2012

2012-2013

Hola, corazones de invierno.
¿Os dais cuenta? Vamos a entrar en la segunda parte del curso 2012-2013. ¡Qué nervios, qué nervios, qué nervios! Y hoy cenota a lo grande, y salir por ahí hasta la mañana y...
Es mentira, en mi casa hoy cenamos comida china, porque estamos hasta las narices de cocinar comilonas, y yo me quedo en casita porque mi dinero para esta noche tan insigne/inmunda se desvaneció en forma de entrada para el concierto de Muse. Tampoco me mata, no creáis, porque lo último que me apetece a mí hoy es salir a pelarme el culo de frío en la calle con el vestidito y los tacones de turno o pelearme en plan espartano en la barra de algún bar/fiesta por una copa mal mezclada y cotizada a precio de gramo de antimateria.
Yo volvía a casa por Navidad (como los turrones el Almendro) con la vana ilusión de tener unas vacaciones entretenidas y variopintas. Parece mentira que olvidase lo que es Oviedo: un truño, amigos, sobre todo después de pasarte 4 meses a tu bola completamente y con algo distinto que hacer cada día. Está bien la primera semana porque te plantificas en la puerta de tus padres por sorpresa y les ves la carina y te rías un rato, porque cae Nochebuena y viene la familia y acabas la noche cantando a Nino Bravo con tu padre y porque se produce ese esperado reencuentro con los amigos que tampoco sabían que venías. Ah, y por tu hermana pequeña, que ya no es tan pequeña pero sigue dando el mismo miedo que antes, lo que no deja de ser reconfortante en cierta manera. Lo mejor son las caras.Una vez pasado todo esto, comidas las primeras croquetas y salido de copas un par de noches por los viejos tiempos, se te cae el cielo encima y ruegas por un cambio de algún tipo. Volver a tu erasmus, por ejemplo, que aunque haga un frío que te cagues y tampoco salgas de casa, por lo menos no tienes a tu madre rumiándote en la oreja todo el rato lo que haces o dejas de hacer y donde todavía te quedan cosas nuevas que ver/disfrutar/beber/comer.
Yo, que estaba deseando que llegase todo esto, ahora me planteo muy seriamente aprovecharme de mi tía e irme a pasar los Reyes fuera. ¿Contraproducente? Quizás, pero esta inactividad me está matando. Prefiero pasar 5 días fuera con algo nuevo y medio muerta de agotamiento que esta inacción insulsa que hay por aquí sazonada por los reproches maternales a los que ya me he desacostumbrado.
¿Sabéis qué hago estos días? Escribir y leer. Y de esto no me quejo tanto porque me gusta, pero cuando pasas 3 días seguidos metida en casa sin nada más que hacer que esto y ver pelis, desearías que los mayas hubieran tenido razón.
Besos para todos y que tengáis un feliz año cargado de arco iris, unicornios y conejitos de color rosa o lo que sea.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Morir congelado

Y lo digo sin aversión, en serio. Ya estoy reconciliada con la idea de que los próximos días van a ser poco más que de casa a clase, de clase a café caliente en biblioteca y de biblioteca a casa con sopitas o palinka para entrar en calor. Ayer incluso hasta cayeron los primeros copitos de nieve, todo muy tierno (la imagen de los copos, pequeños y delicados, volando por encima del sex-shop que tengo enfrente fue terriblemente dulce). Hoy, de hecho, he salido de casa (aparte de para ir a clase) para dar una vuelta y dejar que mi sensible cuerpecito se acostumbre al frío antes de que el shock me hielen los lagrimales y ya no pueda llorar en lo que queda de invierno.

Lo bueno que tiene es que así me motivo para quedarme en casa y estudMPFFFF JAJAJAJAJAJAJA no me lo creo ni yo. Lo intento, en serio, cojo las hojas de apuntes e intento sumirme en un estado de concentración oriental, pero no puedo: los personajes no me gustan y ya sé cómo acaba la historia. Todos sabemos que soy como un niño de siete años, si no hay premio no me esfuerzo. Y aquí, como el premio no sea comida... Oh, Dios, me he dado una idea. Me voy a poner como una bola, ¡maldición!



Desvaríos aparte, diré que los phrasal verbs, la Generación del 98 y las cochinadas erótico-modernistas de Valle-Inclán no son grandes instrumentos motivacionales. Lo que sí que me gusta bastante es el tema de la clase que voy a dar el día 11 (sí, el mismo día que tengo un examen escrito y otro oral de Literatura del siglo XX y dos días antes de examinarme de Language Practice, ese día) sobre Lorca. Ese hombre tenía una mirada penetrante, postura de seductor y las ideas claras (salvo por la imagen que da de Nueva York, que parece la visión distorsionada de un pesimista borracho). Lástima que fuera gay y que esté muerto, la verdad...

¿Qué más, qué más? Ya está aquí el mercado de Navidad, sitio maravilloso donde se bebe vino caliente hasta que te has emborrachado sin darte cuenta y se hacen flash-mobs de Gangam Style. Y donde te dan tantos dulces por todas partes que una acaba aislándose del frío gracias a una capa de grasa digna de un manatí en vez de gracias a un abrigo. Claro, es por el frío (el que no se consuela es porque no quiere).



Más cosas buenas del frío: que acabaré de leerme Atonement, el libro más deprimente jamás escrito por un ser humano que no haya sido emo. Por si os interesa, que no creo, os diré que habla de la historia de Briony y cómo una mentira suya condena para siempre a su hermana y el casi novio de esta. De momento no ha habido sexo ni cochinadas, pero cuando las haya os lo digo, por si eso os anima a leerlo (no me dejéis llorar sola).

Y ya está, creo que es una buena crónica por ahora. Quiero decir, dejando a un lado a los tipos locos y guapos que te asaltan en mitad del mercado bailando delante de ti, a los ancianos borrachos que te llaman italiana en el tram, a las múltiples versiones húngaras de las chonis que puedes encontrar potando en las paradas de tram los fines de semana por la noche o a los que se te acercan delante del Burger King diciéndote que van a asesinar una monja (o pidiéndote un cigarrillo, ¡yo qué sé! ¡Si no hablo húngaro!). Ahí dejo esto que es más que nada y menos que algo. Que no se diga que no actualizo.

Paz y amor y no olvdéis de hacer vuestras donaciones navideñas al Círculo de los Guerreros Místicos de Ka'Ha o estas fiestas tampoco comerán caliente ;)

lunes, 19 de noviembre de 2012

Clases de baile

"Vas bien, decía éste, pero no bailes tan tieso, no es cuestión de mover sólo los pies. Al dar vueltas tienes que doblarte, así, fíjate bien -el Bebe se inclinaba, una sonrisa convencional aparecía en su rostro de leche, su cuerpo giraba sobre un talón y luego, al recobrar la posición anterior, la sonrisa se esfumaba-. Son trucos, como cambiar de paso y hacer figuras, pero ya aprenderás eso después. Ahora tienes que acostumbrarte a llevar a tu pareja como se debe. No tengas miedo, la chica se da cuenta ahí mismo. Plántale la mano encima, fuerte, con raza. Déjame llevarte un rato, para que veas. ¿Te das cuenta? Le aprietas la mano con la izquierda y a medio baile, si notas que te da entrada, le vas cruzando los dedos y la acercas poquito a poquito, empujándola por la espalda, pero despacio, suavecito. Para eso tienes que tener bien plantada la mano desde el principio, no sólo la punta de los dedos, la mano íntegra, toda la manaza apoyada cerca de los hombros. Después la vas bajando, como si fuera pura casualidad, como si en cada vuelta la mano se cayera solita. Si la muchacha se respinga o se echa atrás, te pones a hablar de cualquier cosa, habla y habla, risa y risa, pero nada de aflojar la mano. Dale a apretar y a acercarla. Para eso mucha vuelta, siempre por el mismo lado. El que gira a la derecha no se marca, aguanta cincuenta vueltas al hilo, pero como ella da vueltas a la izquierda se marea prontito. Ya verás que apenas le dé vueltas la cabeza se te pega solita, para sentirse más segura. Entonces puedes bajar la mano hasta su cintura y cruzarle los dedos sin miedo y hasta juntarle un poco la cara. ¿Has entendido?"
El vals ha terminado y el tocadiscos emite un crujido monótono. El Bebe lo apaga.

(La ciudad y los perros; Mario Vargas Llosa)

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Viena

HiHello everybody!

Viena no está mal. No pudimos comer Schnitzel, aunque la mañana que nos marchamos nos salían hasta de debajo de las piedras, pero por lo demás, estuvo apañado el viaje. 3 horitas de tren con las Ms, que resultó que iban en la misma dirección, y un hostel con pianista amateur que ganó todo el sex-appeal del mundo tan pronto como puso las manos sobre las teclas compusieron una agradable bienvenida.

Un frío que pelaba, claro, para no perder costumbre (que luego volvemos a Budapest mal acostumbrados, ¡gracias al Cielo que no hubo peligro...!), pero una sólo tiene que vestirse por capas, como los ogros (o las cebollas o las tartas, que según dicen los asnos, gustan más a la gente -si no pilláis esta referencia cuasi bíblica, dejad de leer mi mierdi post e id de cabeza a ver Shrek, que obviamente os hace falta-). Al menos hubo suerte y no llovió ni nevó ni gaitas similares capaces de entorpecer un viaje.

Viena está llena de estatuas. Esto está bien si te gustan esas cosas tan macabras, pero si te has visto las 6 temporadas completas del nuevo Doctor Who y la parte disponible de la 7 que hay hasta ahora, creo que comprenderéis por qué yo tenía los pelos como escarpias. ¡Putos angelitos del demonio! Era imposible mantener un ojo sobre cada figura alrededor, fue un milagro salir vivos de ese infierno (observar figura adjunta):


Hay mucha historia en sus piedras, como buena capital europea imperialista, aunque también tiene mucho de postal; carece del carácter y el encanto de Budapest, Berlín u Oviedo (así, publicidad subliminal sin que se note: venid a visitaaaaaaarnos -sutil, ¿eh?-), todo parece calculado para que los turistas podamos hacernos bonitas y precocinadas fotos con las que recordar "eh, mira, estuvimos en Viena" y ya. Puede que sea cosa mía, el caso es que a mí esta ciudad no me dijo nada.

Por supuesto, era una parada obligatoria. Sería un pecado estar a 3 horitas en tren y no ir, es como si me saltase un viaje de primerizos, y no me arrepiento de haber ido (porque el hombre del piano... y la pizza...), eso que conste. Además, ha servido para descubrirme facetas de mí misma que ignoraba, como el hecho de que soy capaz de perderme incluso teniendo un mapa (y, lo que es peor, arrastrar a compañeros inocentes en el proceso), que no he olvidado del todo mi oxidado alemán (puedo pedir unafoto, preguntar el precio, hablar con alemanes guapos y camareros de hostel, y dar las gracias; para llevar 3 años sin tocarlo, no está mal del todo) y que NUNCA es demasiada comida en un sólo día (estoy desarrollando nuevos estómagos, pienso tener 4 como las vacas para final de año).

(Y esto voy y me lo encuentro pintado en la acera; reflexionad... y averiguad de qué libro/peli es :)

Bueno, no os digo ya más nada, ahí os quedáis con vuestras cosas después de haber perdido el tiempo vilmente con esta entrada. Eso, que Viena bien, pero mejor Bratislava.
Buenas noches y buena suerte ;)

lunes, 29 de octubre de 2012

Fai un cutu...

O, dicho en castellano, hace un frío (que te cagas)...
La madre que me parió, que yo soy de clima tropical, que a mí este frío decembril ovetense a finales de octubre me destroza el reloj biológico interno (y me escarcha la nariz). A Walt Disney le sentará bien, pero lo que es a mí...
Ayer nevó. No por mi zona, esta ciudad es enorme, sino por otra, pero las nubes se mueven, queridos, lo significa que me caerá una nevada fina en cualquier momento. Y en el piso se nos ha petao la caldera, así que no tenemos ni calefacción ni agua caliente. ¿Bear Grylls? Ese es un novato, ¡esto sí que va a dejar un último superviviente! El problema es que aún no hemos decidido cual de las tres compañeras va a ser ni tampoco a quien nos comeremos primero ni nada (porque salir a la calle a comprar a mí me hiela el tuétano, qué queréis que os diga).

No, en el fondo se agradece un poco que ya haya llegado el invierno, el único problema es que si estamos así en octubre, en diciembre morimos. Yo, por lo menos. Pero es un tiempo grandioso para quedarse en casita leyendo a Lorca o a P.K. Dick o viendo las Chicas Gilmore por trigésimo novena vez en la vida, porque en Stars Hollow también nieva y Rory también estudia y hace sus deberes, así que me motiva un poco.
Además, Halloween está ahí, a un tiro de piedra, y aunque no tengamos calabazas, va a haber fiestas y eso, así que hay que encontrar un disfraz desmontable (para ir calentito al principio y fresquito después, cuando me haya tomado dos cervezas y 3 palinkas y está metida en alguna discoteca). De momento, el que más me convence es el de stripper muerta (porque en Halloween todo tiene que ser algo-muerto además del habitual algo-putilla al que estamos condenadas las chicas, por lo visto).

Ojalá llegue pronto R con un chocolatito caliente, porque Lorca no me calienta nada nada (es que era gay, es lo que tiene) y así socializo un poco, que hoy lo más lejos que he llegado ha sido al Tesco y para comprar comida (soy lo que en Asturias se conoce coloquialmente por "fartona").
Voy a ver si avanzo con la luna, la gitanilla, el jinete a caballo, el agua y el verde. Verde que te quiero verde.

Besos para todos menos para los que aún no habéis visto el monólogo de Berto en El Club de la Comedia de hace unos días, y como me siento generosa, hasta os dejo el link: SE NOS ROMPIÓ EL ESPAÑOL DE TANTO USARLO

miércoles, 24 de octubre de 2012

Bratislava

Lo sé, no suena a mucho, pero es porque esta parte de Europa suele ser la gran desconocida a la hora de viajar. Quiero decir, nadie dentro de la media común y corriente, cuando busca destinos para sus vacaciones, dice "Oh, ¿adónde podemos ir? Oh, mira, Bratislava, maravilloso, es una tierra preciosa y perfecta para un viaje.". No, hijos míos, nadie lo hace, no os creáis diferentes a la masa porque no lo hago ni yo y para rara, me basto y me sobro.
Entonces coges y les dices a los que se quedaron en la patria "Mañana me voy a Bratislava" y lo entienden todavía menos que cuando les dijiste que te ibas de Erasmus a Hungría ("¿Qué coño se te ha perdido a ti en Hungría, muchacha?"), por lo menos Budapest es bonito en general y eso lo sabe todo el mundo. Coges el tren y te largas con un grupo de amigos que van tan a la deriva en esto como tú (¿quién sabe, antes de ir, qué ver en Bratislava si no lo has investigado? Porque, admitámoslo, no es que tenga una Torre Eiffel, un Big Ben ni un Coliseo...), con la incertidumbre en el cuerpo.
Pero luego llegas y te gusta, porque no tiene nada que ver con la parte de Europa de la que somos nosotros, sucios imperialistas occidentales. Todavía pueden verse los vestigios de años de guerras y miserias, de las épocas soviéticas y además hace un frío del carajo por estas fechas, aunque eso no es inconveniente para descubrir que tiene cosas preciosas y un encanto completamente diferente.


Donde menos te lo esperas surge algo especial, un castillo sumido en la niebla, una iglesia que parece de juguete o un restaurante con mesas que podrían ser altares para sacrificios humanos. Nada que hubieras imaginado encontrar allí. Comes algo típico, cuya descripción en el menú te parece el mal menor de todo lo que has leído hasta ahora, y te das cuenta de que a lo mejor no odias a todas las coles por igual (porque esos buñuelitos estaban buenos, maldita sea), y compruebas que los helados del McDonalds son más baratos allí, así que maldices el resto de ciudades del mundo.
Casi no te percatas de que se te está criogenizando la nariz o de que los padres de los niños de ese parque infantil en el que estás haciendo el retarded con tus amigos os lanzan miradas asesinas. Lo pasas bien, ves lo bonito inesperado, coges un catarro y en un supermercado te enteras de que hay una marca de condones que se llama Pepino.


Vamos, en general y resumiendo, te das cuenta de que, para tu sorpresa, hay vida más allá de las fronteras conocidas, aunque cuando recomiendes visitarlo la gente te mire con cara de "esta piba está loca".
Un poco en el fondo...


sábado, 13 de octubre de 2012

Diabetes

Eso es, me he comido el equivalente a una diabetes. ¿Y sabéis qué? Que me quiten lo bailao, porque me priva. Qué sitio, amigos, podría haber sido perfectamente el hogar de Willy Wonka y, definitivamente, haréde ello mi hogar en algún momento de mi vida; la pobre R ha tenido que sacarme a rastras de allí, casi me encadeno a la mesa...


Y luego un paseíllo, porque cualquiera se queda sentado después de eso, sintiendo su culo expandirse y comprometer los límites físicos del vaquero... Claro que no salió como esperábamos, porque íbamos buscando Nyugati (la estación de tren) para ver cuánto es ir y volver a Viena, pero como somos unas pobres desgraciadas pues nos metimos por la calle que no era y etc. Ya os haréis una idea. Eso sí, oigan, las calles preciosas.
R y yo ya tenemos un bonito historial con lo de ir a los sitios y no llegar nunca. A mi próximo relato lo llamaré "La oficina de inmigración que no existía": sacas el mapa, estudias las líneas de tram, vas al quinto carajo, que es una zona de gueto total, y ¡puf! La oficina desaparece misteriosamente las dos veces que pretendemos ir. El resto del tiempo está en su sitio, estoy segura, pero creo que nos huele acercarnos... Entonces acabamos paseando in the ghetto (y esto, con la voz de Elvis, resuena en mi cabeza constantemente en un ciclo sin fin, como decía el Rey León), porque hasta eso es bonito en Budapest. Qué turbio.
¿Más cosas? Oh, sí, cuando tus adorables amigos húngaros os juntan a un puñado de españoles inocentes y dicen "Vamos a llevaros a un mirador", pero obvian la parte en la que hay que subir un monte a través del bosque para llegar. Simplemente entrañable: el escenario de Km.666, el frío glacial, la congelación parcial de algunos de tus dedos... Pero llegas allí entre los árboles, a la torre de Erzsébet y miras y...


Mucho mejor, ¿no?
Luego ya te bajan, te meten en un metro, te dicen de tomar algo y tú piensas "¡Oh, sí, chocolate calentito!" y ellos te llevan a tomar un litro de cerveza y/o chupitos de palinka. Tenemos que trabajar la comunicación.
Bueno, nada, es todo cuestión de llegar a casa y meterse bajo un chorro de agua hirviendo en la ducha, así se recupera la sensibilidad de los miembros.
Y ahora me largo, que hay una fiesta de salsa en el Barrio Latino (que es un bar, no un barrio, cuidado queridos míos) y yo tengo que buscar mis zapatos de baile ;)
No hagáis nada que yo no haría y disfrutad el sábado noche, sweeties.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Cómo viajar a Budapest: parte I

¡Hola, criaturitas de mi corazón!
Hoy he dejado a un lado mis estudios con gran dolor de mi corazón (sí, ya) para escribir una entrada con algunos consejillos básicos para la supervivencia en estas extrañas e imperales tierras europeas. Más que nada, por si alguno de vosotros se digna a venir a verme en algún momento de vuestras atareadas existencias (y el "cabrones" queda implícito, pero lo notáis, ¿a que sí?).
Voy a obviar los detalles de mi vida (como que haya gente que no me considere capaz de manejar 6 asignaturas en un semestre -en España manejo 8, pero debe de ser que el agua de aquí nos vuelve tontos o eso piensan fuera- o que haya confundido ya el "paprika" normal con el picante y haya visto las estrellas -las que llevaba en los ojos el tipo de Juke Box Hero- ya alguna vez) y me voy a limitar a unos pequeños comentarios que seguro que os servirán de mucho nunca jamás :)

- bebe agua del grifo, que esto no son las Baleares (vamos, que no te va a matar)
- si quieres café, busca un Coffe Company o bebe en alguna cafetería autóctona, que el café de aquí es bestialmente bueno
- si vas a usar transporte público, compra el billete, que las multas pueden dejarte tiritando (y además los estudiantes pagamos menos, sólo 13 euros por un pase de un mes, así que no seáis roñosos)
- prueba y repite el langosh (que es como pizza pero mejor), los strüdel y el kürtöskalács (aunque éste mejor que no sea de cacao, porque te empalagas; canela o almendra es mejor)
- di "Köszönöm" (gracias), "Szia" (hola), "Jo nápot" (buenos días), que les gusta oír que por lo menos algo del húngaro ha calado en ti (creedme, será el único húngaro que aprenderéis, para hablar esto hay que llevar un chip)
- aprende palabras básicas antes de ir al supermercado (paprika -pimiento-, sonkas -jamón-, tej -leche-, paradicsom -tomate-, jegsalat -lechuga-, kavé -CAFÉ, y con mayúsculas, que sé que te va la marcha-,...) más que nada por la supervivencia
- aprende palabras básicas antes de ir de bares (sör -cerveza-), y la típica de aquí, que es la Soproni (normal, con limón, con naranja...). El dicho era "Paz y sör", ¿no?
- sé que todo está lleno de Burguer King, KFC y McDonalds, pero sinceramente, los kebaps aquí lo parten
- cerca de Astoria, Deak Ferenc Ter (!), Oktogon, Opera o Calvin Ter son MUY buenos sitios para quedarse, porque estás céntrico que te cagas (jo, qué poético me ha quedado eso)
- pasea de noche. Aunque esté helando o haga falta un sherpa para moverse por la nieve, no importa. No hay nada, NADA, como Budapest de noche
- si dices que eres español, te vas a comer un montón de roscos; si dices que eres española, te haces la reina
- si vas a quedarte para rato, hazte con una tarjeta de móvil, que son baratitas (T-Mobile, por ejemplo, te la da por 16 euros con 8 euros en llamadas)
- LOS MEJORES BARES PARECEN EDIFICIOS ABANDONADOS; en serio, Szimpla es genial, pero si lo ves de día y con las puertas cerradas sólo puedes pensar en un antro del crack (y como este, muchos otros)
- Ikea está al final de la línea roja de metro (en Örs Vezer)
- HAZTE UN FACEBOOK; deberías tenerlo de normal para no ser el antisocial de tu grupo, pero aquí conoces tantísima gente en un sólo día, que es la mejor manera de controlarlos a todos y socializar cuando no estáis en el mismo espacio vital
- camina. Esta ciudad no se hizo para recorrerla en bus ni en metro ni nada de eso (salvo que vayas a hacer determinados recados). Camina, camina, camina, porque a cada dos pasos, hay algo fascinante
- si te gusta leer, esto está lleno de librerías de segunda mano (Dios bendiga Budapest)
- si te gusta viajar, los trenes a los países alrededor están tirados (30 euracos a Viena, ida y vuelta, con 3 días de metro allí)
- si te gusta la música, en verano sobre todo vas a encontrar conciertos por todas partes: jazz, folk, rock nacional, etc. Y luego, entrando en climas fríos, vienen a dar conciertos los grandes (Muse el 20 de noviembre, ¿alguien se apunta? ¡Vivid un poco!)
- si te gusta ir de compras, hay tiendas de segunda mano y outlets en cada esquina
- trae un antifaz; aquí, como en media Europa, no saben lo que son las persianas
- NO CONFUNDAS BUDAPEST Y BUCAREST, o acabarán odiándote

De momento nos quedamos con esto. Básico de lo básico, vamos. Ya no tenéis excusa para no venir a ver esta ciudad.
Besos para todos menos para los que esta noche os quedáis en casa (ya dormiréis cuando os muráis, ¡a moverse!).

viernes, 21 de septiembre de 2012

Rayuela

"Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto."

(J. Cortázar)

martes, 11 de septiembre de 2012

98 magdalenas

Paso de contaros mis movidas con la elección de asignaturas, en serio, paso. Paso, porque es una mierda decir que las aulas son pequeñas y que como no he solicitado plaza antes, entonces ya no puedo ir a algunas clases. Claro, yo qué iba a saber, no es como si el coordinador de mi acuerdo en España se hubiese molestado de enterarse de este tipo de cosas (no, él está de viaje todo el verano y a nosotros, desamparados alumnos con cara de susto, que nos den morcilla, no vaya a ser que alguien sea responsable y haga el trabajo que le toca ¡Dios mío!).
Voy a pasar de contaros también cómo he dado cincuenta vueltas en el mismo día para al final solucionar una cosa por e-mail (hacedme caso, tanto si os vais como si os vais a ir, usad el e-mail para todo, porque así te ahorras desarrollar una misantropía galopante como la que ya me he diagnosticado yo a mí misma).
Lo que sí voy a deciros es que mi casa huele a cebolla frita (?!) y que, como es mi segundo día de clase, ya tengo trabajo que hacer y una presentación que preparar para la semana que viene. Ay, ha sido buenísimo cuando mi profesora ha dicho que quería hacer una introducción a la Literatura y la CIENCIA españolas, he tenido que morderme la lengua tan fuerte y aguantarme tanto la risa que casi reviento (es que no está bien reírse a carcajada limpia en mitad de clase, por muy graciosa que sea la cosa). Pobres, no saben cómo está la cosa por mi patria (je, todavía me dan risillas sardónicas de esas cada vez que lo pienso, qué cachondos los húngaros).

Lo que sí voy a deciros es que son las cinco menos diez de la tarde y llevo cerca de una hora transcribiendo la conferencia más aburrida del mundo. Se me están desgastando las huellas dactilares y odio a la Generación del 98, lo cual no deja de ser una putada, ya que vamos a pasar mucho tiempo juntos este semestre. Ay, Unamuno, no te moriste lo bastante pronto... (qué maldad me sale cuando estoy hasta los ovarios).
Mi otra desgracia del día es que he descubierto un Coffee Company al ladito de casa. ¿Desgracia? diréis. Desgracia, responderé, porque están llenos de cappucinos y muffins y tartas, y yo carezco de fuerza de voluntad para negarme los placeres o ir al gimnasio. Va a tener razón Jara y tendré que buscarme... erm... deportes alternativos. Para quitarme la mala leche del 98 y quemar los muffins, digo.
Bah, qué demonios, Dios sabe que soy demasiado vaga hasta para eso. No, comeré y leeré en la biblioteca y cuando me parezca a Jaba el Hutt, entonces llamaréis a la grúa para que venga a buscarme. O también puedo prohibirme a mí misma salir de casa en los próximos 9 meses, así tendré que sobrevivir con una lechuga, 4 tomates, 3 cebollas, jamón york y algo de queso. Ah, y un yogur de fresa, que casi se me olvida (tranquilos, es desnatado). Lo veo venir.

Me vuelvo a mi Generación del 98. Qué bodrio, colega.
Besos para todos menos para los que estáis de resaca; que yo ya he empezado las clases y soy muy envidiosa. Cabrones.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Nido y patatas

No hay hogar hasta que no haces tu primera tortilla de patata. Es tan sencillo como eso, de verdad. No hay hogar, no hay... no sé qué que qué sé yo, ya sabéis. Hay que coger la sartén y los huevos y ponerse manos a la obra (estáis pensando cosas malas; os vigilo, pervertidos). Ya sabes que no va a salir bien: demasiada patata, olvidaste la cebolla o se te pegó todo al cazo y la cagaste, amigo, porque ya no será tortilla, sino "deconstrucción de tortilla" (una de esas cosas que hacen ahora los modernos, porque una tortilla normal es tan... vintage). Pero saldrás adelante y te la comerás, por orgullo más que por otra cosa, porque es tu tortilla de patata y te lleva a casa bocado a bocado y, además... qué coño, porque si tú no te atreves a comértela, menos va a atreverse otra persona (seguro que la presentación es una mierda, claro, pero el sabor rico rico está ahí de todas formas).
Pues es lo que os digo, que acabo de hacer mi primera tortilla, así que de alguna manera retorcida he hecho de este piso de techos para gigantes mi casa un poco más. Gracias a Dios y para ahorrarme la humillación, por lo menos no ha habido testigos; no sé por qué demonios la gente piensa que por ser española una debe de llevar la tortilla, la paella y el flamenco en las venas. ¿Qué es, que si eres alemán lloras cerveza o algo? Clichés...
En fin, que me ha faltado huevo y se me ha pegado al fondo del cazo, así que ninguna maravilla, pero está buena aunque se caiga a trozos, y voy a guardar lo que me ha sobrado en un tupper para comer otro poco mañana y así hasta que la acabe. Y con orgullo, que para algo es made in española por el mundo, ¿no?

lunes, 3 de septiembre de 2012

Bárbaros, cerveza e indecisión

Las cosas mejoran, claro (si hubiesen ido a peor, sería porque me habrían llevado a comisaría o algo así). Ya tengo compañeros de piso :)
Después de que el italiano de la NBA desertase (era muuuuuuy alto, de los que cogen las manzanas sin escaleras en el pueblo, vamos) y se marchase con mejor fortuna a una cocina más amplia y, bueno, habitable, temía haberme quedado sola para siempre. Eso habría sido una lata, porque aquí para tener gato hay que tener una licencia y eso lo dificulta todo, y yo habría tenido que hacerme por lo menos con 10 o 12 gatos para poder ser una soltera solitaria auténtica, así que imaginad el papeleo...
¡Pero no! Hay dos jóvenes y tiernas criaturas bajo mi techo ya: chicas, alemanas, rubias y Lenas. No, nada de chistes, las DOS se llaman LENA. Voy a tener que ponerles números o asociarles los nombres de las frutas que dan nombre a sus cuartos (una duerme en la Papaya Room y otra en la Mango Room; yo soy la Mandarina ;) o rebautizarlas como Sigfrida y Gildegaard para no liarme, porque con lo negada que soy yo para estas cosas, la confusión acabará matándome.
Y son las dos monísimas, ya os digo, rubias y con carita de buenas. Y luego estoy yo, morena y rellenita. ¿No podían tener algo malo? No sé, ser chepudas o casi calvas o que les faltasen algunos dientes o... No, me he ido a vivir con la raza aria, amigos, y eso está minando mi autoconfianza. Aunque me tranquilizo pensando que tengo más tetas que ellas dos juntas (el que no se consuela es porque no quiere).
Dejando las invasiones bárbaras a un lado (y lo digo con todo el rigor histórico sobre la palabra "bárbara", que conste), puedo enorgullecerme de haberme integrado un poco más en la vida húngara joven: hoy he comido kebap (gyros para los amigos de por aquí) en la cafetería de la facultad con dos amigas húngaras cuyos nombres no daré para proteger a los inocentes (o sea, a MÍ) y luego he comido lo que sería el Huesitos de aquí: una barrita de chocolate negro relleno de "cottage cheese" (término que aún no me he molestado en buscar y/o traducir). Delicatessen basura, de las que van directas a las cartucheras convirtiéndote en una Kardashian cualquiera. Además hemos bebido cerveza en Deàk Ferenc Tér, saltándonos a la torera, por supuesto, la ley recientemente estrenada en el país de que está prohibido beber alcohol por la calle. ¡Mi primer delito húngaro! Estoy orgullosa, en serio.
Y terminamos la jornada con el entrañable momento en que decides comprobar la lista de asignaturas disponibles, porque el miércoles tengo que ir a hablar con la coordinadora de Español. Puedo coger lo que quiera siempre que me cuadre el horario, aunque eso no es problema porque aún no hay horarios (¿quién dijo que echaría de menos la Universidad de Oviedo? ¡Todas son iguales!). Puedo estudiar "Literatura y cine" o "La nueva narrativa hispanoamericana" o hacer "Prácticas de enseñanza". Ya sé que no suena maravilloso para nadie que no sea una extraña criatura de biblioteca como Hermione Granger o yo, pero lo es. En serio. Menos recochineo, mostrencos.
Y así andamos. Por cierto, he hecho un gran avance por otro lado: he conseguido que la nevera deje de congelarme las lechugas (literalmente, no es ningún eufemismo pervertido, lo juro).
Me alegra comprobar que las cosas progresan. Si no, ya estaría buscando vuelos para irme de vuelta a España el primer puente que pillase. Tranquilos, que no. Estoy buscando vuelos para irme a ver a Agapita a Londres por Halloween. Ella no lo sabe todavía ;)
Besos para todos menos para los que os dejáis la musiquilla de Nokia como tono de llamada; nos leemos ;)

miércoles, 29 de agosto de 2012

Dejarlos ir

Dicen que no hay cosa más dura que ver partir a los hijos. Bueno, pues no es verdad: es ver partir a los padres.
Pensaréis que estoy chiflada, pero es la verdad; aun cuando disfrutas de la soledad cuando estás en casa y te pone de los nervios que tu madre ande entrando, saliendo y dándote la chapa con las cosas todo el día, en el momento en que te ves en una ciudad extranjera sin saber cuándo volverás a casa seguro, ver marchar a tus padres te deja un vacío existencial.
No ayuda nada que haga ya 10 días que no ves a tu hermana pequeña ni que a tu madre se le salten las lágrimas ni que tu padre te abrace como si te fueras a la guerra. Tampoco ayuda llegar a tu nuevo cuarto y darte cuenta de que no conoces a nadie en esa ciudad y que no entiendes a la gente cuando te habla, que no tienes clases en las que conocer gente y ocuparte hasta dentro de 10 días ni que todo el mundo que ves por ahí parezca tener algo que hacer todo el rato. No ayuda, no ayuda, no ayuda.
Echas de menos tu casa, tu cuarto, tu nevera y tu baño. Echas de menos a tus padres cuando pensabas que no iba a pasarte (porque... ¿para qué te vas de Erasmus si no es para, en parte, gozar de la vida independiente también?). Todo es extraño e intentas mantenerte ocupada para no notarlo mucho, pero cuando te paras cinco minutos, ahí está.
A lo mejor es sólo aburrimiento, pero a mí el aburrimiento no me ha hecho llorar nunca como hoy al deshacer las maletas. Menuda estúpida estoy hecha cuando tengo el síndrome premenstrual.

sábado, 25 de agosto de 2012

"No hay huevos"

Seguro que todos vosotros, las cuatro personas que me leéis y esos dos que habéis entrado por error y sólo estáis leyendo la primera línea, habéis sucumbido al menos una vez a un "no hay huevos". Lo siento, es lo que hay, naturaleza humana que podríamos llamarlo. Pues bien, de un "no hay huevos" estoy segura que surgió Ryanair.
¿Cómo si no nos explicamos el tortuoso reto que supone volar con ellos? Porque no sé vosotros, pero cada vez que descubro que el billete con el que vuelo/voy a volar es de Ryanair, se me sube un líquido ácido y corrosivo por el esófago...
"¿A que no hay huevos a vacilarles con el equipaje de mano?" Claro, eso tiene sentido, por ello es que cuando llegas al avión, tienes un asiento pero no sitio para meter tu maletita. ¿Qué genio ingeniero diseña estas cosas?
"¿A que no hay huevos a tenerlos esperando durante una hora en la cola?" Adelante, queridos, tardad lo que queráis, no importa que tengan que ir a buscarme al aeropuerto de destino y llevemos una hora y cuarto de retraso. Por lo menos podíais invitaros a una coca cola o unos cachuetes, por las molestias, vamos. Cabrones agarrados...
Y como esto, cinco mil cosas más. Pero, amigos, desde ayer por la noche a las dos y media de la mañana, que fue la hora a la que llegué a mi camita (deseada, deseada y suave camita) una hora y cuarto más tarde de lo que debería, tengo la firme intención de no volver a acercarme a Ryanair ni con un puntero láser. Prefiero gastarme 50 o 100 euros más y no tener que llevar la maleta entre las piernas en el suelo ni volar con más retraso del que puede tener un tertuliano del Sálvame ni tener que aguantar los comentarios "humorísticos" del jefe de cabina chistoso de turno.
En serio, señores, un poquito de por favor.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Puntos de inflexión

Cuando estás al borde del Erasmus (que es como decir "del ataque de nervios"), y me refiero a los tres meses de verano previos, hay varios puntos de inflexión a los que tienes que enfrentarte.
"Despedidas" estaréis pensando, "decir adiós a la familia, a los amigos, sin saber si volverás por Navidades o si te secuestrarán unos compañeros de piso locos que acabarán tirando tu cuerpo a un río" (lo de morir a manos de tu compañero de piso parece que se estila bastante, no es que yo me lo esté inventando, y a los noticiarios me remito); quizás algunos piensen "Miedo, ¡miedo! Miedo a irte a una ciudad extraña, puede que sin tener siquiera un techo a tu llegada y probablemente no entendiendo muy bien lo que te digan en extrañas lenguas extranjeras" (más aún si eres como yo, que en vez de elegir un destino normal, coges y te vas a Hungría -con lo bien que está Alemania en esta época del año...-).
Voy a romper vuestra burbuja, queridos. Los puntos de inflexión no son ni las despedidas (punto que tocaré más tarde) ni el miedo (este no voy ni a tocarlo, porque se me sube un no sé qué por el esófago que no veas), son básicamente otras dos cosas: tu madre y tus maletas.
Tu madre, esa entrañable criatura que te dio la vida (y ahora te la roba lentamente... no, es broma -creo-) y que considera que tu salida del nido es la primera (o sexta u octava si ya te ha salido barba) señal de que ya no eres un crío, de que no te quedan más que dos telediarios para que te largues ya definitivamente (aunque tal y como está la cosa, pongamos diez telediarios y una tanda de anuncios de Antena 3) y entonces comienza a tener esos momentos tiernos de "Ay, te voy a echar de menos, cariño", "¿Por qué no vienes a pasar un ratito conmigo al salón?" y similares. Luego eso deriva a "Apunta, que he buscado los teléfonos de todas las embajadas, Emergencias, Polícia, Bomberos, Ambulancias, las direcciones de todos los hospitales y los horarios de siete farmacias, por si alguna te falla. Y llévate una chaqueta, que luego refresca.". No sé vosotros, pero a mí eso de que me saquen de casa, ya pensando en que voy a necesitar una ambulancia y una embajada, malo. Un padre, sin embargo, hace un gesto de victoria y dice "¡Una menos! Sólo queda la pequeña.".
Y las maletas, ¡ay, las maletas! Mete un año de calor, frío glacial, lluvia, viento, clases, fiestas y demás en maletas... No, en serio, mételo, te reto. Y más todavía con los límites de peso de Ryanair, que son unos zorros quisquillosos y petardos. Los odio, a todos. Ni siquiera te dan cacahuetes en el vuelo. Cabrones.
Esos son los puntos clave. Luego, claro, quedan otras pequeñas cosas que te llevan friendo ya un tiempo: los papeleos de la Universidad, cuyos administrativos no tienen ni idea de lo que hay que hacer ni  de cómo hay que hacerlo; solicitudes de becas para costearte este pifostio, porque no es otra cosa, y tener que esperar horas en colas para pedir/entregar papeles; despedirte de la gente... Gente a la que ves menos cuando estás aquí que cuando te vas te dice que "tenemos que quedar, tía, que te marchas". Vamos a ver, si no te veo durante el año, ¿qué te hace pensar que voy a querer hacerlo ahora? Cruel, sí, pero la cuenta atrás pone de los nervios; tengo muchas cosas que hacer, ¡no me des la murga!
¿Se me nota mucho que me voy pasado mañana? ¿Que tengo una maleta por cerrar? ¿Que todavía no he encontrado alguien la Universidad capaz de contestarme a una sencilla pregunta? ¿Que aún no tengo un sitio donde vivir en mi destino?
Pues nada, ya os iré contando, porque la cosa promete. Quiero decir, no hablo ni gota de húngaro, esto va a ser divertido.

sábado, 7 de julio de 2012

Lo-li-ta.

"Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta.
Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.
¿Tuvo Lolita una precursora? Naturalmente que la tuvo. En realidad, Lolita no hubiera podido existir para mí si un verano no hubiese amado a otra niña iniciática. En un principado junto al mar. ¿Cuándo? Tantos años antes de que naciera Lolita como tenía yo ese verano. Siempre puede uno contar con un asesino para una prosa fantástica. Señoras y señores del jurado, la prueba número uno es lo que los serafines, los errados, simples y noblemente alados serafines envidiaron. Mirad esta maraña de espinas."

-Vladimir Nabokov

martes, 21 de febrero de 2012

Compartir es vivir.

    Recientemente he oído hablar mucho respecto al tema de los derechos de autor en Internet, sobre si el tráfico de información (libros, películas, música) del que muchos formamos parte debería desaparecer porque atenta contra la propiedad intelectual de los autores de las obras. Sólo he oído mencionar a media voz la cuestión monetaria y, desde luego, no ha sido por parte de los artistas, sino de los intermediarios; editoriales, discográficas y demás entidades que hacen el agosto a costa de los consumidores como yo (porque, seamos sinceros, no son los creadores de las obras quienes se llevan la mayor parte del dinero) se quejan porque la gente de a pie se ha pasado a las descargas de Internet en vez de continuar comprando los libros, discos y películas que ellos nos ofrecen, que, por cierto, sólo son aquéllos que responden a sus criterios de masas.
    Yo soy estudiante, tengo una economía moderada y unas necesidades intelectuales. Dejando a un lado los materiales que necesito para estudiar, y que son de todo menos baratos, cuando tengo tiempo libre me gusta ver una película, escuchar música o leer un libro. Si tuviese que costearme estos sencillos placeres de acuerdo a los precios que marcan las industrias, tendría que dejar de estudiar y ponerme a trabajar a tiempo completo; dado que el Ministerio de Educación no da becas para este tipo de cosas y que no me parece justo que tenga que decidir entre mi formación académica y el cultivo independiente de mi mente, elijo, como tantos otros, la sencilla salida del tráfico pirata. Desde luego, no ignoro que detrás de lo que veo, leo o escucho hay mucho trabajo, pero considero que las cifras que mucha gente cobra por ese trabajo son desproporcionadas y recuerdo que los que tenemos ocupaciones peor remuneradas no estamos para derrochar. En este aspecto, el mundo está mal proporcionado. No pido que El arte por el arte gobierne nuestros días, porque sé que hay gente que vive de lo que hace, pero actualmente a cualquiera le resulta más barato comprar una botella de vodka peleón que un cedé de los Beatles, una entrada de cine o La sombra del viento, y eso me hace pensar que nuestras prioridades están mal estructuradas. ¿Hacia qué clase de sociedad nos movemos?
    Internet es un portal muy amplio con cabida para todo, es imposible controlar cada bit de información que se mueve. Cuanto más se facilitan las comunicaciones, más crece el riesgo de perder la identidad, tanto de las personas como del trabajo. Sería más sencillo si, en vez de intentar cortar este caudal de información, aprendiésemos a utilizarlo con algo de integridad y respeto por lo ajeno, pero sin olvidarnos de que todo lo que hacemos contribuye a la sociedad. Si eres autor y muestras lo que haces, tienes derecho sobre tu obra, pero no puedes olvidar que la pones a disposición del mundo. Ya lo dice Movistar: compartida, la vida es más.

Cold Hard Bitch