jueves, 28 de agosto de 2014

Americanos...

Sí, sí, así como lo digo, "Americanos...". Cada día me fascinan más, los que penséis que las películas exageran estáis muy equivocados, porque lo estoy viendo con mis propios ojos: ¡juegan al frisbee! Quiero decir, ¿hay algo más lamentable que jugar al frisbee (si no es con tu perro)? Pues ellos lo hacen, se esparcen por el campus a la una de la tarde, después de meterse un fabuloso almuerzo entre pecho y espalda y cuando más casca el sol y ¡zasca! A jugar. No entiendo por qué no se han hecho documentales.
Estoy intentando sumergirme en la cultura de aquí, pero me desconcierta. Comidas enormes y deliciosas capaces de taponarte 6 arterias de un mordisco (deberíais haber visto el sándwich que me cené anoche: todos los quesos conocidos por el hombre con un poco de bacon bien tostadito, ahora no siento el corazón), gente rubia y sonrosada que es hiperexpresiva e hipereducada, que me llamen Miss Claudia (vaya telita)...
Dejando a un lado esto, a lo que planeo dedicar toda una tesina psicológica si me dejan, está la otra cara de la moneda: el trabajo. En primer lugar, como estudiante: llevo una clase de cada asignatura y ya estoy acojonada. Viniendo de UniOvi, donde me pasaba el año sin dar palo al agua hasta que llegaban los exámenes, aquí quieren que haga cosas y participe y hasta que atienda. ¿Qué extraño sistema es este? Así corro peligro de aprender algo y eso me preocupa, yo pensaba que mi misión en la vida era estar guapa y encandilar a un baronet, pero ahora resulta que tengo que leer, presentar cosas, hablar de temas de los que no tengo ni pajolera idea y encima hacerlo todo bien para que no me baje la media y me quiten la beca. Echo de menos la era decimonónica en que solo hubiera necesitado un corsé y una sombrilla.
También está la faceta de profesora. Esta semana he dado mis primeras tres clases y en el aula no se sabía quién estaba más asustado, si ellos o yo. No es nada fácil plantarte ante 15 universitarios novatos para explicarles cosas que, en realidad, tampoco les importan mucho (salvo a dos o tres que quieren ligar con morenas durante las vacaciones). Ser profesor tiene mucho de ser actor, hay que mantener entretenidas a las masas, porque tú les estás poniendo nota, pero sus resultados van a decir mucho de ti (a tu jefe y al mundo en general). Tengo miedo a hacerlo mal y que no aprendan nada.
No todo es malo, nada más lejos. Son muy buenos chavales, tímidos, pero se esfuerzan por no dejar que el silencio se instale en la clase cuando hago una pregunta y eso me gusta. Creo que no acaban de pillar mi sentido del humor (a veces flipan), espero que eso cambie poco a poco, porque están tan tensos al principio que de verdad creo que necesitan reírse más de todo en general.
Menos mal que no estoy sola en mi desconcierto: hemos empezado nuevos tres en este programa de TA, así que hablar con J y con R me tranquiliza y me inquieta a partes iguales, porque a ellos también les pasa que les falta tiempo para darlo todo, que iban asustados al principio y que tienen mucho que contar, pero los dos tienen más experiencia y creo que aburren menos a sus alumnos que yo (porque estoy loca y cuando hago un comentario extraño se ríen, pero por lo demás, al empezar de cero, hay muy poco margen para trabajar). Mis pobres nenos...
Básicamente eso. El ocio bien, hoy es mi día libre y pienso pasarlo haciendo la colada y tirada en la piscina. Puede que vaya a comprar leche también si me siento inspirada, pero no prometo nada. A y F me han enseñado dónde viven las cervezas, que también es algo vital. Un día los canonizo.
Ya está, así cierro. Besos para todos menos para los que os quejáis que quedan pocas vacaciones, ¡a remar os pondría yo!


sábado, 23 de agosto de 2014

Filadelfia

Sí, sí, sé que hace más de un año que no doy señales de vida, pero en mi defensa diré que volver del erasmus fue extremadamente traumático y necesité cada segundo de mi tiempo para superarlo (así como numerosos litros de zumos de cebada y croquetas).
¿Pero ya estoy aquí! Y por aquí, quiero decir en internet, porque en casa casa no estoy, me he ido a las Américas. Retransmito desde las cercanías de la ciudad del queso, donde empiezo a estudiar y trabajar el lunes, tras una dura semana de orientaciones que me han dejado patidifusa. Todavía no he empezado y ya tengo trabajo atrasado: yo soy así, inesperada e inescrutable.
¿Qué os puedo contar? He venido con una beca, estudiaré un máster en Estudios Hispánicos (que es como irse a Hogwarts a cursar Estudios Muggles) y daré clases de español a los pininos de primer curso. Ya he visto sus caritas inocentes en las listas de la web, no saben aún que la universidad corromperá sus almas y los llevará por una vida de disimulada perdición (si la viven como tiene que ser, claro). Me alegrará poder colaborar con ello.
Tengo muchos compañeros muy simpáticos en el programa, como mis mentores y ahora también vecinos A y F, dos pobres a los que he atormentado todo el verano a golpe de e-mail: que si duda por aquí, que si piso por allá... Yo ya tendría ganas de haberme asesinado por pelma desde hace tiempo. Han llegado aquí ayer tras unas merecidas vacaciones en la tierrina, que es de donde somos todos.
Por otro lado... vivo con una vietnamita (y su novio acoplado hasta fin de mes). Son majos, pero cuando se gritan en dialecto oriental me acuerdo de la madre de Sheldon diciendo "Los orientales son gente inescrutable" porque no pillo ni las comas. Eso sí, ya hemos tenido una aventura los tres juntos, a mi siguiente relato lo titularé "La llave del mal... etero" y cuenta la historia de cómo metiendo las bolsas de la compra en el coche, Linh (que es la oriental) cerró el maletero y se dejó las llaves dentro, lo que nos llevó a tener que esperar durante dos horas y pico en el aparcamiento del supermercado hasta que un cerrajero vino a echarnos un cable (un chaval muy parecido a Theo James, todo hay que decirlo, así que bien). Fue muy emocionante.
Lo malo que tienen es que cocinan cosas que apestan y es un olor que se impregna por todas partes creando un ambiente complejo. Pero lo llevo muy bien.
Y más o menos en eso quedamos. He saqueado Ikea, he visto ranitas, me estoy relacionando con gente nueva que me saca años de ventaja, tanto en edad como en experiencia en este trabajo, y me he apuntado a la cosa más friki que he podido encontrar por estos lares: la Harry Potter Conference anual de Chestnut Hill College, que será el 17 de octubre. Como ponente, claro, para hablar de fanfics, porque ir de espectador es para los débiles.
Hablando de lo cual, debo informaros de que mi universidad tiene equipo de quidditch. No es broma. Tengo sentimientos encontrados, es que no dejan de sorprenderme: entre que tiene un cementerio de curas en mitad del campus y esto, creo que he hecho la elección acertada.
Voy a parar hasta que me cuenten algo nuevo desconcertante del sitio, que, por cierto, está rodeado de bosque por todas partes, así que hay muchas probabilidades de que salga un asesino en serie de entre los árboles y empiece a repartir hachazos. Americanos...
Besos para todos menos para los que no vais a ver YA el nuevo capítulo de Doctor Who. In Capaldi we trust.