martes, 21 de febrero de 2012

Compartir es vivir.

    Recientemente he oído hablar mucho respecto al tema de los derechos de autor en Internet, sobre si el tráfico de información (libros, películas, música) del que muchos formamos parte debería desaparecer porque atenta contra la propiedad intelectual de los autores de las obras. Sólo he oído mencionar a media voz la cuestión monetaria y, desde luego, no ha sido por parte de los artistas, sino de los intermediarios; editoriales, discográficas y demás entidades que hacen el agosto a costa de los consumidores como yo (porque, seamos sinceros, no son los creadores de las obras quienes se llevan la mayor parte del dinero) se quejan porque la gente de a pie se ha pasado a las descargas de Internet en vez de continuar comprando los libros, discos y películas que ellos nos ofrecen, que, por cierto, sólo son aquéllos que responden a sus criterios de masas.
    Yo soy estudiante, tengo una economía moderada y unas necesidades intelectuales. Dejando a un lado los materiales que necesito para estudiar, y que son de todo menos baratos, cuando tengo tiempo libre me gusta ver una película, escuchar música o leer un libro. Si tuviese que costearme estos sencillos placeres de acuerdo a los precios que marcan las industrias, tendría que dejar de estudiar y ponerme a trabajar a tiempo completo; dado que el Ministerio de Educación no da becas para este tipo de cosas y que no me parece justo que tenga que decidir entre mi formación académica y el cultivo independiente de mi mente, elijo, como tantos otros, la sencilla salida del tráfico pirata. Desde luego, no ignoro que detrás de lo que veo, leo o escucho hay mucho trabajo, pero considero que las cifras que mucha gente cobra por ese trabajo son desproporcionadas y recuerdo que los que tenemos ocupaciones peor remuneradas no estamos para derrochar. En este aspecto, el mundo está mal proporcionado. No pido que El arte por el arte gobierne nuestros días, porque sé que hay gente que vive de lo que hace, pero actualmente a cualquiera le resulta más barato comprar una botella de vodka peleón que un cedé de los Beatles, una entrada de cine o La sombra del viento, y eso me hace pensar que nuestras prioridades están mal estructuradas. ¿Hacia qué clase de sociedad nos movemos?
    Internet es un portal muy amplio con cabida para todo, es imposible controlar cada bit de información que se mueve. Cuanto más se facilitan las comunicaciones, más crece el riesgo de perder la identidad, tanto de las personas como del trabajo. Sería más sencillo si, en vez de intentar cortar este caudal de información, aprendiésemos a utilizarlo con algo de integridad y respeto por lo ajeno, pero sin olvidarnos de que todo lo que hacemos contribuye a la sociedad. Si eres autor y muestras lo que haces, tienes derecho sobre tu obra, pero no puedes olvidar que la pones a disposición del mundo. Ya lo dice Movistar: compartida, la vida es más.

Cold Hard Bitch

No hay comentarios:

Publicar un comentario