viernes, 7 de septiembre de 2012

Nido y patatas

No hay hogar hasta que no haces tu primera tortilla de patata. Es tan sencillo como eso, de verdad. No hay hogar, no hay... no sé qué que qué sé yo, ya sabéis. Hay que coger la sartén y los huevos y ponerse manos a la obra (estáis pensando cosas malas; os vigilo, pervertidos). Ya sabes que no va a salir bien: demasiada patata, olvidaste la cebolla o se te pegó todo al cazo y la cagaste, amigo, porque ya no será tortilla, sino "deconstrucción de tortilla" (una de esas cosas que hacen ahora los modernos, porque una tortilla normal es tan... vintage). Pero saldrás adelante y te la comerás, por orgullo más que por otra cosa, porque es tu tortilla de patata y te lleva a casa bocado a bocado y, además... qué coño, porque si tú no te atreves a comértela, menos va a atreverse otra persona (seguro que la presentación es una mierda, claro, pero el sabor rico rico está ahí de todas formas).
Pues es lo que os digo, que acabo de hacer mi primera tortilla, así que de alguna manera retorcida he hecho de este piso de techos para gigantes mi casa un poco más. Gracias a Dios y para ahorrarme la humillación, por lo menos no ha habido testigos; no sé por qué demonios la gente piensa que por ser española una debe de llevar la tortilla, la paella y el flamenco en las venas. ¿Qué es, que si eres alemán lloras cerveza o algo? Clichés...
En fin, que me ha faltado huevo y se me ha pegado al fondo del cazo, así que ninguna maravilla, pero está buena aunque se caiga a trozos, y voy a guardar lo que me ha sobrado en un tupper para comer otro poco mañana y así hasta que la acabe. Y con orgullo, que para algo es made in española por el mundo, ¿no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario