lunes, 3 de septiembre de 2012

Bárbaros, cerveza e indecisión

Las cosas mejoran, claro (si hubiesen ido a peor, sería porque me habrían llevado a comisaría o algo así). Ya tengo compañeros de piso :)
Después de que el italiano de la NBA desertase (era muuuuuuy alto, de los que cogen las manzanas sin escaleras en el pueblo, vamos) y se marchase con mejor fortuna a una cocina más amplia y, bueno, habitable, temía haberme quedado sola para siempre. Eso habría sido una lata, porque aquí para tener gato hay que tener una licencia y eso lo dificulta todo, y yo habría tenido que hacerme por lo menos con 10 o 12 gatos para poder ser una soltera solitaria auténtica, así que imaginad el papeleo...
¡Pero no! Hay dos jóvenes y tiernas criaturas bajo mi techo ya: chicas, alemanas, rubias y Lenas. No, nada de chistes, las DOS se llaman LENA. Voy a tener que ponerles números o asociarles los nombres de las frutas que dan nombre a sus cuartos (una duerme en la Papaya Room y otra en la Mango Room; yo soy la Mandarina ;) o rebautizarlas como Sigfrida y Gildegaard para no liarme, porque con lo negada que soy yo para estas cosas, la confusión acabará matándome.
Y son las dos monísimas, ya os digo, rubias y con carita de buenas. Y luego estoy yo, morena y rellenita. ¿No podían tener algo malo? No sé, ser chepudas o casi calvas o que les faltasen algunos dientes o... No, me he ido a vivir con la raza aria, amigos, y eso está minando mi autoconfianza. Aunque me tranquilizo pensando que tengo más tetas que ellas dos juntas (el que no se consuela es porque no quiere).
Dejando las invasiones bárbaras a un lado (y lo digo con todo el rigor histórico sobre la palabra "bárbara", que conste), puedo enorgullecerme de haberme integrado un poco más en la vida húngara joven: hoy he comido kebap (gyros para los amigos de por aquí) en la cafetería de la facultad con dos amigas húngaras cuyos nombres no daré para proteger a los inocentes (o sea, a MÍ) y luego he comido lo que sería el Huesitos de aquí: una barrita de chocolate negro relleno de "cottage cheese" (término que aún no me he molestado en buscar y/o traducir). Delicatessen basura, de las que van directas a las cartucheras convirtiéndote en una Kardashian cualquiera. Además hemos bebido cerveza en Deàk Ferenc Tér, saltándonos a la torera, por supuesto, la ley recientemente estrenada en el país de que está prohibido beber alcohol por la calle. ¡Mi primer delito húngaro! Estoy orgullosa, en serio.
Y terminamos la jornada con el entrañable momento en que decides comprobar la lista de asignaturas disponibles, porque el miércoles tengo que ir a hablar con la coordinadora de Español. Puedo coger lo que quiera siempre que me cuadre el horario, aunque eso no es problema porque aún no hay horarios (¿quién dijo que echaría de menos la Universidad de Oviedo? ¡Todas son iguales!). Puedo estudiar "Literatura y cine" o "La nueva narrativa hispanoamericana" o hacer "Prácticas de enseñanza". Ya sé que no suena maravilloso para nadie que no sea una extraña criatura de biblioteca como Hermione Granger o yo, pero lo es. En serio. Menos recochineo, mostrencos.
Y así andamos. Por cierto, he hecho un gran avance por otro lado: he conseguido que la nevera deje de congelarme las lechugas (literalmente, no es ningún eufemismo pervertido, lo juro).
Me alegra comprobar que las cosas progresan. Si no, ya estaría buscando vuelos para irme de vuelta a España el primer puente que pillase. Tranquilos, que no. Estoy buscando vuelos para irme a ver a Agapita a Londres por Halloween. Ella no lo sabe todavía ;)
Besos para todos menos para los que os dejáis la musiquilla de Nokia como tono de llamada; nos leemos ;)

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